La maternidad o paternidad y el éxito profesional se presentan, a veces, como conceptos excluyentes. En Europa, a final del mapa mundial por número de nacimientos, esta realidad es todavía más obvia. Ningún país del Viejo Continente, con la excepción de Francia, presenta una tasa de fertilidad que permita el mantenimiento del actual volumen de población, es decir, la equivalente a dos hijos por mujer.

Esto se refleja a su vez en el panorama político europeo, que está plagado de líderes sin descendencia biológica. El presidente francés, Emmanuel Macron, fue duramente criticado por sus opositores durante la campaña electoral de mayo de 2017 por este motivo. “Nos habla de un futuro, ¡pero no tiene hijos!”, le espetó el líder ultraderechista Jean Marie Le Pen.

La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, fue bombardeada con preguntas personales y sexistas cuando fue candidata.  Su situación personal, con 37 años, casada y sin hijos, hizo que los medios de comunicación insistieran en si iba a dedicarse plenamente a la política o a ser madre.

No ser madre también le acarreó a Theresa May graves descalificaciones por parte de sus adversarios políticos. La primera ministra británica, casada desde hace 37 años con Philip May, se ha visto obligada a justificar ante la prensa su incapacidad para concebir. “Claro que me ha afectado” (no tener hijos), dijo durante su campaña, “pero aceptas las cartas que te ha dado la vida. A veces, hay cosas que deseas haber podido hacer, pero no puedes”.

Hay ejemplos positivos en los que la ausencia de hijos biológicos se ha transformado en un valor político. La veterana Angela Merkel, que en marzo cimentó su cuarto mandato al frente de Alemania, ha sabido trasformar en una cualidad este aspecto de su vida privada. La canciller, que tiene dos hijastros de un matrimonio anterior de su marido desde 1998, Joachim Sauer, se ha consolidado popularmente como la mutti (mami) de los alemanes. Aunque también fue carne de cañón de las críticas.

La mujer de su rival, Doris Schröder-Köpf, destacó en una entrevista en la campaña por la cancillería del país en 2005 que “la vida de la señora Merkel no representa a la experiencia de la mayoría de mujeres”, porque no ha tenido que preocuparse “intentando combinar su familia y su carrera, decidiendo si pasan unos años en casa después de dar a luz o preguntándose cuál es la mejor manera de criar a sus hijos”.

¿Política o hijos? Cuando la mandataria se embaraza

¿Política o hijos? Cuando la mandataria se embaraza

En el otro extremo se sitúan los políticos con hijos. Pero tampoco ellos se libran de los ataques, sobre todo, cuando quien está en el cargo es una mujer. El último ejemplo viene de Oceanía. La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, fue bombardeada con preguntas personales y sexistas cuando todavía era la candidata del Partido Laborista.

Su situación personal, con 37 años, casada y sin hijos, hizo que los medios de comunicación insistieran en si iba a dedicarse plenamente a la política o a ser madre.

Un periodista llegó a advertirle que los electores tenían derecho a saber si su potencial primera ministra pretendía tomarse la baja de maternidad en su mandato. Ella zanjó el tema así: “Es totalmente inaceptable en 2017 decir que se debe responder a esta pregunta en el lugar de trabajo. Es inaceptable”. Más que una opinión, la prohibición de discriminar a un empleado real o potencial por ser padre o quererlo ser en el futuro es un derecho recogido en la Carta de los Derechos Humanos de 1993.

¿Política o hijos? Cuando la mandataria se embaraza

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Ardern, que con 28 años se convirtió en la diputada más joven que entró en el Parlamento de Nueva Zelanda, es un símbolo del feminismo moderno. El pasado 21 de junio dio a luz a una niña y se consagró como la segunda gobernante que da a luz mientras se encuentra en funciones. La primera fue la paquistaní Benazir Bhutto, que alumbró a su segundo hijo en 1990 durante uno de sus mandatos.

Cuando hizo público su embarazo en enero de este año, Arden explicó que su viceprimer ministro, Winston Peters, iba a ocupar las competencias del primer ministro durante las seis semanas de permiso maternal que iba a tomar tras el nacimiento de su bebé. En Nueva Zelanda, el permiso parental se extiende hasta las 18 semanas. También especificó que durante su baja estaría “en contacto y disponible” y que sería su pareja, el periodista Clarke Gayford, quien iba a ocuparse del cuidado de la niña.

La mandataria ha dicho que la única razón por la que puede hacer lo que hace es porque su pareja tiene la capacidad de ser cuidador a tiempo completo. Él había sido un conocido presentador en un programa televisivo de pesca.

“No quiero parecer una supermujer porque no debemos esperar que las mujeres sean supermujeres”, dice Ardern.

¿Política o hijos? Cuando la mandataria se embaraza

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