A mis 28 semanas de embarazo viajé muy feliz a la ciudad de Panamá (desde la Villa de los Santos) hacerme un ultrasonido donde vería a mi hija por primera vez en tres dimensiones. Para mi sorpresa, el panorama no fue positivo. Poco pude apreciar porque tenía el líquido muy bajo y esto implicaba que mi embarazo se había convertido en alto riesgo.

Siete días antes había experimentado flujo, pero descarté algo malo porque no sentí dolores y, de tonta, me dejé llevar por lo que leí en internet.

Luego de esto, la historia hermosa de mi primer embarazo se transformó totalmente. Al día siguiente del ultrasonido, me internaron en el hospital, sin fecha de salida, para retener a la bebé lo más que se pudiera y prevenir cualquier infección. El diagnóstico: ruptura prematura de membranas.

Las siguientes semanas fueron difíciles. Pese a que me sentía muy bien, debía guardar reposo absoluto en la camilla del hospital. Estuve internada en la Caja del Seguro Social cuatro semanas. Tuve alrededor de nueve compañeras que rotaban de esa habitación y conocí todo tipo de historias desde aterradoras, hasta hermosas; todas con la característica común: haber tenido alguna complicación.

A la semana 32 se me programó una cesárea. En medio de dos temblores en media cirugía un martes 13 (¿qué raro no?), nació mi pequeña Victoria, pesando apenas 3.5 libras. Solo pude darle un beso ya que se la llevaron a cuidados intensivos por ser prematura.

Hubiese querido poder abrazarla desde ese primer instante... Pero sí recuerdo haber visto a la niña más hermosa del mundo nacer y llorar pese a toda la difícil experiencia.

Luego comenzó una nueva aventura: tener a mi hija en salas de UCI y similares, por varias semanas. Lo que menos quieres es que los primeros recuerdos de tu hijo sean verlo lleno de cables y máquinas que pitan cada segundo, esto es muy impresionante y triste.

Pude cargar a mi hija por primera vez a sus tres semanas de vida e intentar pegarla a mi pecho; fue un momento que jamás olvidaré. Era tan bella y pequeña que me cabía en medio brazo. Mi princesa hermosa fue dada de alta luego de 25 días hospitalizada, para llegar a un hogar lleno de amor que la esperaba con ansias.

Hoy día este pequeño milagrito tiene 8 años, es una niña hermosa y extrovertida que ama el teatro y no hace ningún tipo de diferencia con sus compañeros. Además, tiene un hermanito al que Dios me permitió tener sin complicaciones.

‘Mi bebé fue dada de alta luego de 25 días hospitalizada’

Lauren Grimaldo con su primogénita.