Todavía no puedo creer que un cuaderno de 200 páginas pueda costar casi 4 dólares sin que nadie se despeluque por eso.

Hace varias vidas, cuando fui yo a la escuela, los cuadernos de 96 páginas costaban 25 centavos y los de 200 páginas no llegaban a un dólar. Alcancé a ver los cuadernos Angelito y Jean Book pero incluso esos costaban tres veces menos que los cuadernos de hoy que son plastificados, con figuras autoadhesivas, con personajes de series o películas y con cuanta morisqueta se les ocurra a los fabricantes para encarecerlos. ¡Pero siguen siendo cuadernos!

Y en esta temporada escolar en que la mayoría de las tiendas, con razón, están vendiendo lo que no se vendió en la temporada escolar 2020, a veces no hay mucho de dónde escoger entre caro y más caro.

Al menos en mis recientes exploraciones por los ahora poco concurridos  departamentos de útiles escolares he vuelto a apreciar mis lápices de colores favoritos: los collenn. Bueno, tampoco son baratos.

Ya me parece escuchar las voces de protesta. ¿Por qué hago propaganda descarada de un producto en este espacio? Como de todos no me creerán si les digo que no es esa mi intención, haré una defensa apasionada de estos lápices.

En mis años escolares eran los que todos los niños querían tener. Éramos felices con la caja de 12 colores. Llegar a tener la de 24 o 36 colores nos maravillaba.

Todavía me gusta pintar. Aprovecho que se pusieron de moda los libros de colorear para todas las edades. Pintar me relaja y el confinamiento me permitió retomar esta práctica.

Aún no he encontrado ningún lápiz mejor que los colleen. Lo siento. He probado con entusiasmo los que me han recomendado, pero no se comparan en calidad ni intensidad al colorear.

¿Que dónde los compro? En la farmacia Revilla, en El Costo y en la Avenida B. Si saben de otro lugar, avísenme.

Hace poco los vi puestos en las tablillas de un gran almacén, pero solo estaban las cajas vacías. Sí, yo también puse esa cara. Un letrero indicaba: pida sus lapices en la caja a la hora de pagar. Fui allá y al pedir mis collenn me preguntaron por la caja. Yo quedé en el aire, pero la señora que estaba detrás de mí, a dos metros de distancia, me explicó: “es que tiene que agarrar la caja vacía del estante y traerla acá para que se la llenen”.

No me esperaba eso. Sin embargo, aquí está otra prueba: los colleen siguen siendo muy valiosos. Un poco más y los tienen en una vitrina bajo llave.