El domingo estábamos en casa levantados antes de las 6:00 a.m. para asistir a la última de las dos funciones finales del Teatro Infantil Tía Dora.

Nuestra Gaby, de cinco años de edad, cruzó la puerta con su vestido azul de plumas y un rodete de ballet que su mamá aprendió a hacer con un tutorial. Esta vez no se le iba a caer el moño.

Mi hija era uno de los pajaritos en la pieza teatral Las Princesitas Mandonas, que incluía al menos 33 niños en escena.

Todo el mundo me había prevenido de que yo iba a llorar en la obra. Pensé que exageraban, pero tenían razón. Me emocioné no solo por mi niña, también por todos los actores que sacaron adelante la obra. Cómo no llenarse de ternura, al ver de lo que son capaces hasta los niños más chiquitos cuando se les ofrece confianza y se les enseña con fé.

Eso es lo que hace la psicóloga Xóchitl McKay de Delgado, quien dirige este teatro desde que su mamá, la tía Dora, dejó este mundo en 2012.

Cada sábado llevábamos a Gabriela a Perejil para sus clases y en el último mes ensayaba también los viernes. Su papá la llevaba y la buscaba, lo que es parte del esfuerzo que también hacen los padres.

Xóchitl enseña a los niños con amor y disciplina. Es una maestra firme y llena de detalles para los niños. Con frecuencia, al terminar las presentaciones, tiene un cariñito para sus artistas.

Desde 2009 lleva también el programa Tu futuro está en mis manos, que trae niños de áreas muy remotas del país a la Feria del Libro. Muchos vienen por primera vez a la capital y se van con la experiencia de ir a la feria y llevarse libros a casa.

Este es un esfuerzo que dirige bajo la fundación Tía Dora. Xóchitl, junto a voluntarios, incansable busca los padrinos para traer a estos niños.

El 5 de diciembre se celebraron los 100 años del natalicio de tía Dora, quien enseñó a muchas de las mamás que hoy llevan a sus hijos al teatro.

La lectura es otra de las banderas de la fundación. Este año tienen una campaña para motivar a los adultos a incluir en sus regalos navideños un libro para los niños.

Xóchilt sabe que la clave del crecimiento personal está en la lectura, y digo yo que también está en el amor y dedicación que personas como ella entrega a los niños.

Gracias, maestra.