“Las pusimos para que no se perdieran las dosis”. Esa fue, en España, la excusa que se usó para justificar que en casas de residencias de adultos mayores se aplicaran vacunas a funcionarios y familiares que no estaban en el grupo prioritario para recibirla. Esto pasó ocurrió en la Comunidad de Valencia, España. Noticias al respecto se han publicado este mes en los medios de ese país.

Cierto. Cada vez que se abre el vial, una especie de frasquito que contiene las dosis de la vacuna y que hasta entonces ha estado refrigerado, hay que usarlo todo en un tiempo que no sobrepase las seis horas. En algunas ciudades de España tenían personas, prioritaria, esperando por si acaso sobraban dosis.

Pero en otros lugares tenían a mano a sus mamás, tías o hijos. O dio la casualidad que justo iba pasando por allí un alcalde junto a su cónyuge quien también aprovechó el chinchin que quedaba en el frasquito. Menos perderse.

Lo raro es que en las residencias de adultos mayores prácticamente no se aceptan visitas por estos días. Los propios familiares de quienes allí viven apenas si pueden acceder al lugar.

La Generalitat Valenciana hizo público que 185 personas entre funcionarios, políticos y personal sanitarios recibió la vacuna sin estar en los grupos prioritarios y  anunció que no inyectará la segunda dosis a quienes se saltaron los protocolos. Esto para algunos expertos en salud también es malo porque entonces se va a perder la dosis. El debate es perder la dosis o perder la credibilidad.

En el diario El País se publicó la nota La falta de supervisión favorece la picaresca con las vacunas . En Panamá titularíamos ‘favorece el juego vivo’. La ausencia de un protocolo y de establecer sanciones para quienes se los saltaron, ayudaron a los vivarachos que no faltan ni aquí ni en España.

La vacunación allá empezó el 28 diciembre. En Panamá comenzó el 20 de enero. No había terminado el día cuando ya se sabía que no solo el personal de salud prioritario estaba siendo vacunado de primero, como se prometió y como debía hacerse.

No eran rumores. La Asociación Panameña de Médicos Intensivistas hizo un comunicado que respalda esas quejas. Vivimos en unos tiempos en que es muy difícil ocultar la verdad, menos cuando los que no esperaron su turno pusieron fotos en sus redes sociales. Esas mismas redes sociales son el altavoz para que todo el mundo pueda hablar y expresarse.

No ayuda que el Gobierno en cambio, no expresa suficiente. No ha expresado los detalles del contrato de las vacunas. No expresa la lista de quienes se van a vacunar, tampoco va a expresar quiénes se colaron o lo permitieron.

Tampoco ayuda que en diciembre con arrogancia se dijera que Costa Rica hacía mucha bulla por apenas 10 mil vacunas, pero que nosotros íbamos a tener, cuando llegara nuestro turno, 450 mil de una vez. Las que llegaron esta semana fueron 12 mil 840 dosis.

Peligro de juega vivo hay en todas partes, duele saber que también lo hay en los hospitales. Pasa porque la gente cree que nadie se va a enterar o que si se entera de todos modos no habrá sanción. En Panamá seguimos sin la certeza del castigo.

A un país al que el gobierno se ve en la necesidad de exigirle disciplina, confinamiento y estoicismo merece transparencia. Por el bien de todos, es necesario que las personas confíen en las autoridades. No hacer cosas buenas que parezcan malas.