Hace unos días, el mundo puso su atención en la lucha contra la violencia hacia las mujeres. Se alzaron voces contra la agresión física y las formas más visibles de maltrato. Sin embargo, existe un enemigo más sigiloso, más difícil de nombrar y de probar, que opera en la sombra: la violencia silenciosa o psicológica.
Esta forma de abuso no deja moretones, pero carcome la autoestima, mina la identidad y aísla a la víctima hasta hacerla dudar de su propia cordura.
La violencia silenciosa es una erosión constante. Se esconde bajo la máscara del “amor”, la “preocupación” o el “humor”, pero su objetivo es siempre el mismo: ejercer control y mantener una posición de poder sobre la víctima.
Es un maltrato que ocurre en el plano verbal y emocional, dejando heridas internas que tardan años en sanar.
Señales para estar alerta
Las siguientes son señales de alarma que indican que la relación no es sana, independientemente de si hay gritos o no:
El gaslighting (dudar de tu realidad): Tu pareja niega eventos o frases que recuerdas claramente, haciéndote dudar de tu memoria, percepción y salud mental. Escuchas frases como: “Eso nunca pasó,” o “Estás exagerando, eres demasiado sensible.”
La minimización constante: Tus logros, éxitos o preocupaciones son sistemáticamente ridiculizados o reducidos a nimiedades. Te sientes juzgada o tildada de “dramática” cada vez que expresas una necesidad.
El aislamiento silencioso: Dejas de ver a tus amistades o familiares porque la relación exige toda tu energía, o porque tu pareja desaprueba a tu círculo íntimo sutilmente, creando culpa al salir.
La crítica enmascarada: Los comentarios destructivos se disfrazan de “consejos constructivos” o “bromas”. La crítica no se centra en la acción, sino en un ataque a tu carácter: “Si fueras más organizada, tendrías éxito.”
El control: Aunque no haya prohibiciones directas, debes justificar cada gasto o cada minuto que pasas fuera de casa, lo que te quita autonomía.
Cómo protegerte
El error más común es intentar “ganarle” al abusador con lógica o argumentos. Esto solo alimenta su necesidad de control. La respuesta más efectiva es la desconexión emocional y el refuerzo de tus límites internos.
Pausa antes de reaccionar: Cuando sientas la punzada de la crítica o la confusión, haz una pausa. No respondas inmediatamente. Permítete preguntar: “¿Esto que siento es verdad, o es un intento de desviarme de mi realidad?”
Validación externa: Comparte la situación o la frase que te confunde con una persona de confianza (un terapeuta, un amigo) para obtener una perspectiva objetiva. Esto contrarresta el efecto del gaslighting.
Límites: No justifiques ni argumentes. Si te atacan con una crítica, puedes responder con neutralidad: “Entiendo que lo ves así,” o “No estoy de acuerdo con esa generalización.” Luego, cambia el tema o retírate.
No negocies tu valor: Recuerda que tu autoestima no es un tema de debate. La violencia psicológica busca desgastar tu identidad para hacerte dependiente. Afirma que tus sentimientos son válidos y que mereces respeto.
La violencia silenciosa es real, dolorosa y merece ser nombrada. El primer paso para combatirla es reconocer que el problema no eres tú, sino el patrón de abuso. Tu bienestar y tu paz son prioridades no negociables. Si identificas estas características, pide ayuda, trabaja en tu autoestima!
¡Buen fin de semana!

