La capacidad de influir en los demás con confianza se ha convertido en una habilidad crucial.
El libro de Brian Ward, Cómo influir en la gente con confianza, nos ofrece una guía práctica y liberadora, derribando mitos y ofreciendo un camino claro para desarrollar una influencia genuina.
A través de sus principios fundamentales, Ward nos muestra que la confianza no es un rasgo innato, sino un músculo que se puede entrenar.
La confianza se construye, no se nace con ella
El primer gran mito que Ward desmantela es la idea de que la confianza es un don con el que algunos nacen y otros no. La realidad es que la confianza se construye a través de la experiencia y la práctica deliberada. No se trata de imitar a los demás, sino de cultivar la propia seguridad a través de “pequeñas victorias, autoconocimiento y práctica”.
Cada vez que nos enfrentamos a un desafío y lo superamos, por pequeño que sea, estamos sumando un ladrillo a la base de nuestra seguridad personal. Este proceso gradual nos permite entender nuestras fortalezas y debilidades, y nos da las herramientas necesarias para crecer.
La postura habla antes que la boca
Antes de pronunciar una sola palabra, nuestro cuerpo ya ha enviado un mensaje. Este principio es un recordatorio poderoso de que la influencia comienza con la postura. La forma en que nos movemos, la manera en que entramos a una habitación, el contacto visual que establecemos y cómo mantenemos la cabeza alta, todo comunica un mensaje claro: “pertenezco aquí”.
Una postura segura no solo proyecta confianza hacia los demás, sino que también nos hace sentir más seguros internamente. Es una herramienta poderosa que nos ayuda a ocupar el espacio y a afirmar nuestra presencia sin necesidad de palabras.
La certeza inspira a los demás a escuchar
No siempre se trata de ser la persona más inteligente en la sala o de tener la idea más brillante. La gente sigue a aquellos que demuestran convicción en sus palabras. Hablar con claridad y creencia es lo que realmente capta la atención de los demás. Cuando uno cree en su propia idea, esa convicción se transmite y se convierte en algo contagioso. No es la perfección de la idea lo que importa, sino la fe inquebrantable en ella.
La preparación mata la duda
La confianza no es magia, es el resultado directo de estar preparado. Ya sea una presentación, una conversación difícil o un discurso, conocer tu material de principio a fin es la clave para silenciar la voz de la duda.
Esta preparación minuciosa te da una “confianza tranquila e inquebrantable” que se refleja en cada palabra y en cada gesto. Cuando dominas el tema, no hay espacio para la incertidumbre. Tu seguridad emana de tu conocimiento, lo cual te permite interactuar de manera más fluida y persuasiva.
La confianza es un camino que todos podemos recorrer. Al adoptar una mentalidad de crecimiento, cuidar nuestra postura, hablar con convicción y, sobre todo, prepararnos a fondo, podemos desarrollar un poder de influencia genuino y duradero.
La confianza no es un rasgo, es una habilidad que nos permite conectar con los demás de manera más significativa y efectiva y que trabajamos fuertemente en sesiones de coaching y liderazgo.
¿Te animas a probarlo?

