La confianza en una misma, esa silenciosa seguridad en nuestras habilidades y valía, no es una entidad fija. Fluye y refluye, influenciada por las corrientes de las experiencias de la vida. Mientras que algunos navegan por la vida con una creencia aparentemente inquebrantable en sí mismos, otros luchan con la erosión gradual o repentina de su autoconfianza. Comprender las causas detrás de este declive es crucial para reclamar esa fuerza interior.

¿Qué puede destrozar nuestra autoconfianza?

La acumulación de experiencias negativas: Los fracasos, los rechazos y los contratiempos, en especial si se viven o perciben como derrotas personales. Una solicitud de empleo que no recibe respuesta, un mensaje de una persona que te importa que no es respondido, o te clavaron el visto, un esfuerzo en un trabajo que recibe críticas o una relación que termina en desamor pueden dejar cicatrices de duda en uno mismo.

Cuanto más acumulas estas experiencias, emitiendo juicio de valor sobre ellas, más vulnerable te vuelves, y ese diálogo interno se vuelve más potente susurrando: “no soy suficiente”.

La voz del crítico interior: A menudo se alimenta de la crítica externa, hasta que se convierte en tu propia voz interior. Incluso, la voz interior puede estar alimentada por la voz de tus padres o progenitores, maestros, compañeros en la niñez y que aparecen en la adultez como esos susurros. Todos contribuyendo a la disminución de la confianza haciéndote creer que eres defectuosa. Internalizando esos mensajes y generando la profecía autocumplida.

Hoy, en este mundo hiperconectado, la comparación social se ha convertido en una amenaza particularmente insidiosa para la autoconfianza. Las plataformas de redes sociales nos bombardean con vidas “aparentemente” perfectas de los demás. Comparamos nuestras propias realidades desordenadas con estas representaciones idealizadas, lo que genera sentimientos de insuficiencia y duda.

Las experiencias traumáticas, especialmente las que ocurren en la infancia, pueden dejar heridas profundas y duraderas que impactan profundamente en la autoconfianza. El abuso, el abandono o la pérdida significativa pueden interrumpir el desarrollo de una autoimagen saludable, lo que lleva a sentimientos de inseguridad, inutilidad y una sensación generalizada de miedo. Estos traumas, de no ser tratados o abordados, pueden crear una narrativa difícil de superar.

Por otro lado, falta de logros percibidos o una sensación de estancamiento pueden contribuir a una disminución de la autoconfianza. Al sentir que no estamos progresando hacia nuestras metas o cumpliendo nuestro potencial, podemos comenzar a dudar de nuestras habilidades y perder la motivación. Esto puede crear un círculo vicioso, donde la falta de confianza obstaculiza nuestra capacidad para actuar, reforzando aún más los sentimientos de insuficiencia.

Reconocer el papel de la salud física y mental o las enfermedades crónicas, la depresión y la ansiedad pueden afectar significativamente nuestra autopercepción y nuestros niveles de energía, lo que dificulta sentirnos seguras de nosotras mismas.

¿Qué hacer?

Ante todo, si algo de esto resuena contigo, parar, mirarte y reconocer que puedes salir de esa situación, busca ayuda, mentores, coaches, terapeutas, no hay excusa para abordar el tema. Todos tenemos el potencial para poder hacerlo y reconstruir nuestra fuerza interior.

Si este tema resuena contigo, aquí estoy para lo que necesites!

!Buen viernes!