Esta semana tomo un cuento prestado. Es de un video que vi en Facebook, de purita casualidad, porque por lo usual me los salto. Estoy en un punto en mi vida de tanta impaciencia, que no tengo interés siquiera de invertir cuatro minutos de mi tiempo para ver si algo me gusta o no. Pero esto valió la pena.

En el video una mamá relataba que por sugerencia de su hermano, quien estudia medicina, llevó a su hija de cinco años a hacerle un chequeo de la vista. Aparentemente esta es una revisión de rutina que se le debe hacer a los niños a los cuatro años de edad, y aunque esta mamá estaba segura de que su hija veía perfectamente bien y le parecía que hacer la visita al oftalmólogo era totalmente innecesario, igual la llevó.

En la oficina del médico le hicieron una prueba a la niña. Le mostraron de lejos unas flechas y ella debía decir hacia qué lado apuntaban. Para sorpresa de la mamá, la pequeña no contestó, pues resulta que no veía nada. No solo tenía un caso severo de hipermetropía, sino que sufría de astigmatismo también. La mamá no lo podía creer… Su hija tenía cinco años viendo el mundo borroso y distorsionado.

El doctor, tratando de minimizar el impacto de la noticia y con la intención de animar a la señora, le dijo: “Quédese tranquila. Su hija está acostumbrada y piensa que el mundo es así. No sabe que las cosas son de otra manera”.

Esto no consoló a la mamá; de hecho la hizo sentir peor. “Mi hija ha estado viendo mal todo este tiempo, y no sabe que el mundo en verdad no es como ella lo percibe”, exclamaba en el video.

A la niña le recetaron lentes, y el médico le advirtió a la mamá que al principio le iba a costar un poco adaptarse a esta nueva forma de enfocar su entorno.

¿Pues qué les parece? La moraleja del video, que era de una página motivacional, es que cuántos de nosotros no andamos por la vida jurando que vemos bien, cuando en verdad tenemos una visión limitada, borrosa y hasta chueca de las cosas.

Pero como llevamos tanto tiempo apreciando nuestro entorno, situación, familia, conocidos, relaciones, trabajo y demás de esa manera, no sabemos que en verdad existe una forma más clara y real de ver y de vivir.

Nos quejamos por boberías, le damos prioridad a porquerías, desaprovechamos oportunidades porque estamos “viendo” con nuestra óptica comprometida.

Así como la niña, debemos aprender a ponernos “lentes”. Aunque al principio sea un poco incómodo ajustar nuestra perspectiva, al final valdrá la pena, porque nos permitirá ver las cosas desde otro ángulo: el correcto.

Me encantó el video.