Toda mujer que ha tenido una alegría en su familia, sabe que una parte muy importante de los preparativos es conseguir/escoger/comprar el vestido para la ocasión. Hay gente a quien eso le provoca mucho estrés, pero yo lo disfruto mucho. Por lo menos lo hacía, cuando todavía íbamos a eventos sociales de más de 50 personas.

En cierta oportunidad, en que se aproximaba la boda de una sobrina, aproveché que estaba de viaje con mi mamá y mi hermana, para escarbar por todos lados el traje perfecto.

Después de muchas vueltas, encontré uno hermoso. Fue amor a primera vista. Pero yo regresaba a Panamá al día siguiente, y no era mi tamaño. En la boutique me dijeron que eso no era problema, que me conseguirían el tamaño adecuado y me lo mandarían por courier a Panamá. Así que pagué mi traje, y viajé como tenía planeado.

Dos semanas después me llaman de mi casa a decirme que llegó un paquete enorme para mí. Como lo único que yo estaba esperando recibir era el vestido, regresé de lo más contenta, ansiosa por verlo y medírmelo. Pero horror, la caja no decía DHL ni Fedex ni Lanvin ni nada, por ningún lado. Decía en letras grandes HANA KATSUO, y entre paréntesis «Dried Bonito Shaving», lo cual me provocó un pequeño casinfarto.

(A mi mamá le pasó una vez que compró algo por teléfono en otro país, y la gente de DHL le entregaron una caja equivocada, pero esa caja tenía adentro dos carteras Bottega Veneta, ¡no raspadura de pescado para cocinar!).

Voy a ahorrarles el suspenso y decir que afortunadamente mi traje sí venía con papel tisú, envuelto en plástico, dentro de un portavestidos y dentro de otra caja, con todo y lazo. Supongo que la gente de la tienda o los de DHL estaban cortos de suministros de envío. Pero al final, lo que cuenta es lo que contenía la caja, no su apariencia ni las letras feas que indicaban algo contrario a la esencia de su contenido.

A lo que quiero llegar, no es a que no debemos juzgar a los demás por su apariencia. Eso ya lo sabemos (aunque no está de más recordarlo de vez en cuando).

Lo que me tiene pensando ahora es justo lo contrario. Al final de la fiesta, cuando nos quitamos las prendas, guindamos el vestido, y nos lavamos el maquillaje de la cara, ¿qué queda? Espero que algo bueno, porque nadie quiere ser una caja vacía.

Así que siempre saquemos tiempo para cultivar cualidades y cosas que enriquezcan nuestro interior, ya que después de todo, la belleza viene de adentro.