La gente en mi entorno a menudo habla de series, programas y documentales de Netflix y yo no entiendo ni papa.

La última que vi fue La Casa de Papel y hostias, quedé creyendo en el matriarcado y hablando castellano por semanas enteras (qué gilipollada).

Cuando empezó la fiebre de Luis Miguel, no me hizo ni fu ni fa. Hace añitos me gustaban mucho algunas de sus canciones, pero él nunca me simpatizó en lo particular. No lo conozco, pero por lo que veía en las revistas Tú y Coqueta, me parecía un poco creído y tenía los dientes demasiado blancos. Que más adelante se empatara con Mariah Carey también me dejó pensando.

¿Saben por qué me puse a ver su serie? Por la cantidad de memes alusivos a Luisito Rey que me salían en las redes sociales. No entendía los chistes, pero me daban a entender que el muy caradura era un verdadero desgraciado. El meme decisivo fue uno en que salía cargando una pata de jamón. Ese mismo día puse play y en una noche y media vi los primeros nueve capítulos.

Ahora, eso de la curiosidad no resultó ser tan bueno, porque todo lo que iba sucediendo en la pantalla lo iba corroborando en Google y Wikipedia, y cuando iba como por el tercer o cuarto episodio, me hice un spoiler a mí misma y descubrí que Marcela desapareció en 1986 Y MÁS NUNCA SE SUPO DE ELLA. El prospecto de ver su reencuentro con Micky se vio abruptamemte truncado. Seguí viendo la serie como cuando vi la película de Titanic: sabía que se iba a hundir, pero igual quería los detalles.

Bueno, el pasado domingo 15 de julio se acabó la serie, terminó el Mundial, y ahora paso horas mirando las paredes en blanco, preguntándome “Y bueno, Marcela, ¿dónde estás?”. Porque esos canallas de Netflix me dejaron más preguntas que respuestas y eso no se hace.

Si tuviera a Luisito Rey enfrente mío lo sacudiría por los bigotes hasta que confesara qué hizo, ¡porque no tengo duda de que algo le hizo!

Y parece que medio mundo está en las mismas porque cuando pongo en el buscador “Marcela Basteri”, salen todo tipo de conjeturas y teorías de conspiración bajo titulares sensacionalistas. “Dónde y cómo murió Marcela Basteri”, dice uno. “Marcela Basteri. ¿Qué le pasó realmente?”, pregunta otro. “Luis Miguel: el Mossad resuelve el enigma”, “Marcela Basteri murió de la peor forma” y “Así fueron sus últimos días”, proclaman otros más.

Como no todo es negativo, hay unos resultados más esperanzadores: “Primas de Luis Miguel aseguran que encontraron a Marcela con vida”, y la que se lleva el premio ”Infama la encontró: Habla la mamá de Luis Miguel que vive en Buenos Aires como una mendiga”. Cuando vimos eso, aquí en la oficina pasamos 40 minutos comparando fotos de archivo de la verdadera Marcela con las de la presunta mendiga, evaluando el espacio entre los dientes de ambas, su perfil, el color de los ojos, etc., para tratar de deducir si se trataba de la misma persona o no. Aparentemente fue por gusto, porque no era, y debimos suponer que a un medio llamado Infama no se le debe creer.

Así que bueno, aquí seguimos. Aunque no se resuelva el misterio, cruzamos los dedos esperando que anuncien la temporada 2 de la serie.