El diccionario de la Real Academia Española define el término tóxico-a como un adjetivo aplicado a una sustancia que contiene veneno o produce envenenamiento. Esta descripción no aplica ni se refiere a personas, como desde hace algunos años se utiliza.

¿Es correcto calificar a una persona o a una relación con esa palabra? “Lo tóxico no es un rasgo de personalidad”, aclara el psicólogo y terapeuta familiar Tomás Vásquez. Como indica, la Asociación Americana de Psicología solo acepta la palabra toxicidad para referirse al consumo de sustancias, no a características humanas.

En la década del noventa, este concepto se popularizó debido a su uso en la literatura de autoayuda. La publicación del libro Personas tóxicas: 10 formas de lidiar con la gente que hacen tu vida miserable (1995), de la comunicadora social Lillian Glass, fue uno de los textos que contribuyó a que se empezara a etiquetar a otros con este término. En 2018, tóxico fue la palabra del año según el diccionario Oxford, la que mayor búsquedas tuvo en doce meses.

Una palabra, una serie de conflictos

Según el psicólogo, se ha categorizado con esta palabra a personas que son negativas o para describir relaciones de pareja donde existen conflictos como la falta de confianza, de respeto, apoyo e incluso, violencia. “El problema que tiene la palabra tóxico es que es muy poco específica. Se usa mucho, pero no tiene una base clara de a qué hace referencia”.

En los últimos años, la palabra pasó de la literatura de autoayuda a las redes sociales, a veces en contextos que romantizan su uso. El psicólogo opina que es común usar conceptos sin saber qué significan y esto intenta normalizar la situación a la que hace referencia, pero desde el desconocimiento. “En salud mental, como ejemplo, solemos hablar sobre cómo hemos normalizado y distorsionado la palabra depresión. Creemos que estamos deprimidos cuando estamos tristes. Debemos diferenciar y saber que depresión no es todo lo que nos pasa. Pasa lo mismo con tóxico”.

Múltiples situaciones pueden estar debajo del paraguas de esta palabra. “Algunos dicen que tienen una relación tóxica porque tuvieron un mal día con su pareja o porque un desacuerdo; otros, cuando hay situaciones de agresividad. Eso es grave. Identificar a una relación como tóxica minimiza el caso de que exista una situación de violenta, donde uno de los miembros pueda estar en peligro”, señala el terapeuta.

Buscando culpables

Cuando no implica situaciones de violencia, calificar a la pareja como tóxica suele ser una forma de responsabilizarle de todos los problemas de la relación, sin entender que las mismas se construyen entre dos personas. “Lo tóxico se usa como una forma de desplazar todo lo malo de una relación hacia el otro: si tú dejas de ser así, nosotros vamos a estar bien; tú eres quien tiene que cambiar”, explica el especialista. Analizar y cuestionarse son los primeros pasos para identificar si te encuentras en una relación conflictiva. Algunas de las preguntas que el experto recomienda hacerse son:

– ¿Cómo es la relación en la que me encuentro? – ¿Cómo estoy construyendo mi relación de pareja? – ¿Mi relación me hace sentir inseguro? – ¿Me siento escuchado? -Cada vez que tenemos un desacuerdo ¿terminaremos en una pelea o en una discusión acalorada? ¿Esto es algo que ocurre con frecuencia? – ¿Siento que escuchando mucho a mi pareja? – ¿Estoy sintonizando con el o ella?

Si hay situaciones que no te agradan en tu relación, empieza a preguntarte cómo se lo haces saber a tu pareja. No se debe dejar que la persona adivine. “Nadie tiene una bola de cristal. Aunque podemos hacer aproximaciones porque nos conocemos, tenemos años juntos y nos sabemos nuestras conductas; no podemos aseverar”

Comunícate desde el “yo”

El terapeuta familiar recomienda que los espacios de conversión para abordar temas entre pareja deben plantearse desde el ‘yo’; es decir, desde tu perspectiva y lo que sientes: ‘Yo me siento de esta forma, me ocurre esto, yo lo estoy viendo de esta manera, ¿qué piensas tú?’. Este enfoque difiere de: ‘tú no me atiendes, no me prestas atención, tú siempre tienes un queja o para ti nada es suficiente’. “Son ejemplos muy comunes porque empiezo a hablarle al otro de todo lo que no me gusta desde el ‘tú’ y así no estoy abriendo el espacio para conversar, sino que estoy criticando y responsabilizando a mi pareja. Con esto, las probabilidades de que la conversación colapse son más amplias”

Relaciones tóxicas, ¿existen?

Relaciones tóxicas, ¿existen?

Otro enfoque es pensando en conjunto: preguntarnos cómo nos estamos sintiendo respecto a la relación, si estamos disponibles, tanto física como emocionalmente para el otro; si podemos ser recíprocos; confiar entre nosotros o qué tan cercanos nos sentimos.

Hablar de tóxico minimiza e invisibiliza situaciones que pueden ser tan profundas como la violencia. El psicólogo concluye que deben usar otro tipo de adjetivos que identifiquen los problemas de la relación “Es común que una pareja tenga conflictos y desacuerdos, pero tratarlo como tóxico permite que sea mas difícil para una pareja entender qué es lo que está sucediendo y resolverlo sin terminar culpando al otro”. Recomienda no determinar roles que designan que uno es el bueno y el otro el malo en la pareja, que hay un villano y una víctima. Eso solo aplica en casos de violencia en la relación.