En América Latina, la palabra filantropía empieza a cambiar de sentido. Ya no se trata solo de ayudar: se trata de transformar. Así lo plantea la Fundación Rockefeller en su reciente estudio “Cinco agendas para activar la transformación del sector filantrópico en América Latina y el Caribe”, presentado en alianza con la consultora Dalberg.

El informe, construido a partir de la voz de más de 70 líderes sociales, empresariales y comunitarios de 13 países, escucha las urgencias de una región caracterizada por la desigual y a la vez llena de oportunidades. En América Latina, el 10 % más rico concentra ingresos 12 veces mayores que el 10 % más pobre, y un tercio de la población vive entre la pobreza y la pobreza extrema.

A esto se suma la amenaza climática: ocho países están en la “zona roja” de riesgo ambiental. Frente a ese panorama, la Fundación Rockefeller —que acaba de anunciar la apertura de su oficina regional en Bogotá para fortalecer su presencia en América Latina y el Caribe— busca impulsar una filantropía más moderna y transformadora.

El estudio, presentado en Panamá en un encuentro virtual, propone cinco ejes que buscan que la filantropía deje de ser reacción y se convierta en transformación:

  1. Colaborar de verdad, no solo coordinar. Las soluciones sostenibles nacen cuando gobiernos, empresas y comunidades trabajan desde la cocreación. No se trata de sumar esfuerzos de forma paralela, sino de construir juntos desde el origen.

  2. Desplegar mejor los recursos. Muchos proyectos sociales duran lo que dura su financiamiento. La apuesta es pensar a largo plazo: inversiones multianuales, flexibles, capaces de generar cambios estructurales y no solo atender emergencias.

  3. Fortalecer el ecosistema. En América Latina, solo el 27 % de las personas confía en organizaciones sociales. Para la Fundación Rockefeller, fortalecer capacidades locales, medir el impacto y comunicar resultados con transparencia es clave para recuperar esa confianza.

  4. Movilizar nuevos recursos y nuevas generaciones. Cada vez más jóvenes de familias empresariales y grupos patrimoniales entienden la filantropía como una inversión social. Son ellos quienes pueden acelerar el cambio si la región logra inspirarles a involucrarse.

  5. Escuchar lo local. Ninguna estrategia tiene éxito si no nace desde las comunidades. En países como Colombia, por ejemplo, Rockefeller impulsa la agricultura regenerativa: prácticas que devuelven vida a la tierra y bienestar a las personas.

“Queremos dejar de hablar de beneficiarios y empezar a hablar de aliados”, resumió el equipo regional de la Fundación Rockefeller. En tiempos de crisis climática, desigualdad y desconfianza, la filantropía del futuro no será caridad, sino colaboración, aprendizaje mutuo y compromiso compartido.

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