El término duelo es comúnmente asociado al proceso que vive una persona luego de perder a un ser querido. Sin embargo, la realidad es que el duelo no se limita únicamente a esto, sino que también puede ser provocado por diversas pérdidas a lo largo de la vida.
Cambiar de colegio, terminar una amistad o perder a una mascota son experiencias que pueden desencadenar un proceso de duelo, según indicaron las psicólogas Elsa Rodríguez y Karim Sandoya de la Fundación Piero Rafael Martínez, una organización sin fines de lucro especializada en brindar apoyo psicológico y capacitación para el afrontamiento del duelo y manejo de las emociones.
¿Qué es el duelo?
“El duelo es dolor, es el dolor que sentimos ante una pérdida significativa”, destacaron las especialistas, explicando que los seres humanos sienten dolor frente a una pérdida porque forman apegos a lo largo de su vida, los cuales son necesarios para su crecimiento y desarrollo.

“Una pérdida es perder algo con lo cual se había contado anteriormente, y mientras más apegado estaba yo a ese algo, más difícil será adaptarme a vivir sin ello”, agregó la licenciada Sandoya.
Ambas psicólogas coincidieron en que el duelo no solo afecta a nivel emocional, sino que también puede tener un impacto físico en las personas.
¿Cómo se presenta el duelo en menores?
En duelo, niños y adolescentes pueden presentar síntomas como presión en el pecho, dolor en la garganta, sensación de cansancio, alteraciones en los hábitos de sueño y alimentación, pérdida de memoria, entre otros, indicó Sandoya.
“Se ha demostrado que los niños bajan su rendimiento académico porque les cuesta concentrarse, memorizar y estudiar”, destacó, enfatizando que es fundamental comprender que, dependiendo de la edad, la reacción de un joven ante una pérdida puede variar.

Cada individuo reacciona de manera distinta, pero existen ciertos patrones. Por ejemplo, los niños de entre cinco y siete años no comprenden completamente el concepto de la muerte. “A esta edad, el niño piensa que la muerte es reversible y pregunta constantemente por su ser querido. Es muy importante que el adulto que lo acompaña le explique qué significa morir. También es esencial la educación emocional, ya que a los niños de esta edad les cuesta verbalizar sus emociones”, explicó.
Un niño pequeño que atraviesa un duelo tiende a expresarlo a través de su comportamiento, pudiendo mostrarse más irritable, agresivo, hiperactivo o quejándose de dolencias físicas sin justificación médica.
“Se deben buscar medios apropiados para que se expresen, como el dibujo, el juego, la música o cualquier forma de arte, pero siempre explicándoles el concepto de muerte de manera clara”, indicó la psicóloga.

En el caso de los preadolescentes, estos sí comprenden el concepto de muerte, pero su inmadurez cognitiva y emocional puede llevarlos a actuar impulsivamente y a tener dificultades para expresar sus emociones.
Por su parte, los adolescentes pueden vivir el duelo de forma similar a los adultos, pero aún están en una etapa en la que pueden actuar de manera impulsiva y no saben cómo expresar adecuadamente lo que sienten.
Es importante que los padres hablen con sus hijos sobre las pérdidas que están experimentando, destacó la especialista. Cambios como transferirse de escuela o recibir una baja calificación en un examen pueden desencadenar un proceso de duelo.
“Es fundamental explicarle al niño lo que está pasando con palabras que pueda entender y asegurarse de que comprenda que no tiene la culpa”, sugirió la licenciada.

En un intento por proteger a sus hijos, algunos padres pueden cometer el error de ocultar información o usar eufemismos para suavizar la noticia. Sin embargo, las expertas enfatizaron la importancia de comunicar la realidad de manera clara y sin confusión, evitando abrumar con detalles innecesarios.
“La honestidad es clave cuando se trata del duelo, porque es en esos momentos cuando el niño más necesita sentir que puede confiar en sus padres y en el adulto que lo cuida. Esa confianza refuerza el vínculo”, afirmaron las licenciadas.
Vivir el duelo sin intentar evitarlo también es necesario. Se deben evitar frases como “no llores”, “no estés triste” o “no pienses en eso”, ya que los niños y jóvenes no pueden evadir sus sentimientos, y es importante respetar sus reacciones emocionales.
“El trabajo del adulto es validar lo que el joven está sintiendo. Poder decir ‘entiendo cómo te sientes’ e incluso ayudarlo a identificar sus emociones”, destacó Sandoya.

Las psicólogas de la Fundación Piero Rafael Martínez coincidieron en que, en su experiencia, a los adultos les resulta difícil hablar con sus hijos sobre la muerte, y a menudo prefieren que un especialista lo haga por ellos. No obstante, ellas aconsejan que sean los propios padres quienes aborden el tema, ya que son quienes mantienen un vínculo emocional con el niño o adolescente.
También recomiendan elegir un espacio adecuado para dar este tipo de noticias. “Los padres a veces buscan lugares como un parque, un centro comercial o un restaurante, pensando que, al ser espacios felices, el niño recibirá mejor la noticia. Sin embargo, en realidad, en estos lugares el niño no se siente en libertad ni en comodidad para expresar sus emociones”, explicaron.

Por otro lado, los adultos también deben conocer cómo transitar su propio duelo para brindar el apoyo adecuado a los niños y adolescentes. “Es muy importante reflexionar sobre cómo estamos manejando nuestro duelo. Si me escondo para llorar, si no hablo sobre lo que siento, todo eso el niño lo observa. Ellos no solo imitan comportamientos, sino también la manera en que expresamos nuestras emociones”, señaló la licenciada Rodríguez.
Entre las recomendaciones para los adultos destacan:
Reconocer y gestionar el duelo propio: “Para apoyar a tu hijo, primero debes sanar tus propias heridas.”
Crear un ambiente de comunicación abierta y validación: “El silencio no cura; hablar y sentir juntos, sí.”
Buscar ayuda profesional cuando sea necesario: “Pedir ayuda es un acto de valentía, no de debilidad.”
Romper con los mitos culturales: “Abre tu mente a nuevas formas de entender y acompañar el dolor.”