Ana Liseth Rodríguez Pineda, agente del Servicio Nacional Aeronaval (Senan), inició su trabajo como miembro del Comando Naval de la institución poco tiempo después de convertirse en madre. A sus 24 años, lleva más de dos años siendo uniformada.

Ana, oriunda de Chiriquí y madre de un niño de tres años, creció viendo a los uniformados abastecerse de combustible o comprar víveres en la comunidad, pues a media hora de su casa hay una base.

La agente se graduó de bachiller en Informática e inició estudios universitarios en Tecnología Empresarial, pero por la pandemia no pudo culminar. A los 22 años, impulsada por la necesidad de conseguir un trabajo, decidió comenzar el proceso de aplicación para ingresar al Senan.

Posteriormente, recibió su formación en el puerto Sherman en Colón durante siete meses. “Me costaron esos siete meses, porque pensaba en mi hijo y en mi mamá”, recordó. Cuando entró al entrenamiento, su pequeño tenía apenas un año y cuatro meses.

Ana labora en el buque multipropósito L403, que se mantiene en la costa atlántica. “Yo cubro el tema de secretaría, pero cuando no hay demasiado personal, toca apoyar en las maniobras que hay en cubierta”, explicó la joven. A bordo del barco labora por 15 días y luego tiene 15 días libres.

Por motivo de fiestas patrias, la agente fue trasladada para trabajar en la capital, donde cada fin de semana viaja de regreso a su provincia para ver a su familia. “Es bastante pesado… dejar a mi niño, ir dos o tres días y regresar… cada vez que llego y salgo me da sentimiento”, aseveró.

La doble misión de Ana: una madre joven y uniformada del Senan

Foto: Cortesía

Han sido su mamá y su hermana quienes la han apoyado cuidando de su hijo. “Sin ellas no hubiese podido. Mi mamá tiene 64 años, sufre del azúcar… hace casi cuatro años la operaron y le amputaron una pierna. Está en silla de ruedas, y ella me cuida al niño”, explicó.

Entre sus compañeros, solo ocho son mujeres, de un total de 388 agentes. “Es una gran diferencia, pero todos convivimos igual”, recalcó.

La agente mencionó que jamás imaginó llegar a ser una uniformada, aunque ver mujeres en ese ámbito no es desconocido para ella, pues una de sus hermanas labora en la Policía Nacional.

La doble misión de Ana: una madre joven y uniformada del Senan

Foto: Cortesía

Su rutina como agente

El día de Ana inicia a las cinco de la mañana. “Le doy gracias a Dios por un nuevo día y, si puedo, llamo o le envío un audio a mi hijo para darle los buenos días y recordarle que coma y se porte bien”.

Luego se arregla, va a la oficina, cumple con sus funciones del día y vuelve a su dormitorio. “Regreso a mi cuadra, que es el dormitorio asignado aquí en la base para las agentes femeninas. Vivo muy lejos y no tengo dónde quedarme en la ciudad, así que pernocto aquí”, explicó.

“Hay muchas cosas que me gustaría aprender, porque todos los días se aprende algo nuevo. En el barco donde estoy hay una grúa, y me llama mucho la atención. Me gustaría aprender a operarla, aunque me da un poco de miedo”, mencionó.

En un futuro, le gustaría tener la oportunidad de operar en la base cercana a su hogar, en Chiriquí. “Si algún día me la dan [la oportunidad], sería feliz”.

La doble misión de Ana: una madre joven y uniformada del Senan

Foto: Cortesía

Sobre la diferencia numérica entre hombres y mujeres en su campo laboral, invitó a las interesadas en trabajos usualmente desempeñados por hombres a que “crean en su propia capacidad y no se dejen influenciar ni opacar por comentarios machistas”.

También envió un mensaje a madres jóvenes. “Muchas jóvenes que tienen bebés a temprana edad creen que no pueden aplicar [al Senan], y eso no es así. Sí pueden. Es complicado si no tienen apoyo familiar, pero cuando la familia te apoya, puedes lograr lo que quieras. Y siempre tendrás un motivo para levantarte todos los días y cumplir tu labor: tu hijo, que te espera en casa”, concluyó.

La doble misión de Ana: una madre joven y uniformada del Senan

Foto: Cortesía