PILLY RODRÍGUEZ Y JOSÉ PABLO GONZÁLEZ

Los valores de un hogar

“Tu tiempo ya pasó. Ya no tienes oportunidad de volver amar. ¿Para qué vas a la iglesia?”, llegó a escuchar Pilly Rodríguez tras haberse divorciado de su primer esposo y padre de sus tres hijas. Se alejó de la iglesia aunque mantenía una relación personal con Dios.

Pilly tenía seis años separada cuando conoció a José Pablo (a quien llama por su segundo nombre). “Admiré de él su inteligencia, su profesionalismo y su sonrisa”, evoca Pilly mirándolo aún ilusionada. Él se había casado y separado hace años. Su primera esposa había fallecido. Tenía 10 años soltero y tenía fama de que ninguna mujer lo podía atrapar. Había tenido varias parejas. “Ese era uno de mis problemas. Cuando la conocí a ella me dije: ‘esta mujer no es para relajear‘, como hombre te das cuenta cuando una mujer es pa’ algo serio”, relata Pablo. Él terminó su relación con ella y le propuso que fueran amigos. Volvieron al mes.

Tuvieron dos intentos de vivir juntos. “No estábamos preparados. Había mucho más que madurar”, agrega ella. “Yo sentía que Dios me decía: ‘este es el hombre, quédate ahí‘. No era masoquismo. Yo ponía [de primero] sus virtudes que eran mayores”. Después de tres años de relación decidieron vivir juntos. Hubo situaciones con ex parejas de él que ella tuvo que lidiar.

Nueve años más tarde se casaron civilmente. En 2017, después de un año de ella insistirle, acudieron a un retiro de parejas del movimiento Matrimonios en victoria. Él accedió luego de escuchar en televisión el testimonio de un hombre que había ido al retiro. “Yo era de los que solo iba a la iglesia en los funerales, matrimonios y bautismo”, expresa Pablo.

En las crisis se aprende

Pilly había logrado la nulidad de su primer matrimonio por la iglesia en 2016 y habían planificado casarse en 2018. Lo pospusieron. Pablo tenía un hijo mayor de su primer matrimonio y dos hijos más con otras dos mujeres. Se habían presentado algunas dificultades entre su hijo menor y su nueva esposa. “Vino a vivir con nosotros un tiempo y entramos en crisis. En todas las crisis hay algo más que aprender. No podía ir al altar a jurarle a Dios si [Pablo y yo] no estábamos de acuerdo en manejar esa situación”, menciona Pilly.

Acudieron entonces a otro retiro llamado Misericordia conyugal (también de Matrimonios en Victoria) donde aprendieron a abordar la relación con los hijos de parejas anteriores. Ya tenían 12 años de relación.

Ella reconoce que en un principio presionaba a su esposo y él, como todo padre, por instinto natural protegía a su hijo. Ella aprendió a ser más prudente y no “meterse” hasta que su esposo se diera cuenta por sí solo. “Los valores de una casa los pone la pareja, yo me senté con Pablo y definimos nuestros valores. Todo lo que atente contra esos valores, no puede estar. La situación del hijo era algo que él tenía que resolver, yo era su apoyo”, explica ella. Su esposo cambió entonces su actitud con su hijo.

El 16 de febrero de 2019 se casaron por la iglesia. Para Pilly lo vivido fue un período de aprendizaje. “No quería cometer el error que cometí la primera vez que fue forzar el matrimonio por la iglesia”, recuerda. El papá de sus hijas no quería una boda eclesiástica, no creía en la iglesia, pero accedió por insistencia de ella. “Y eso fue la causa de nulidad”, acota Pilly.

Ella es coach de pareja y reconoce que buscó esta certificación por las situaciones que se daban con Pablo. Admite que las herramientas que aprendió no le sirvieron. “No estaba la herramienta principal que es Dios“.

 

MARY JULIA RODRÍGUEZ Y JOSÉ FRANCISCO CUERVO

Una nueva dinámica familiar

Católicos casados por segunda vez, cuatro historias de amor

Católicos casados por segunda vez, cuatro historias de amor

En un viaje a Monterrey, México, 2006, se conocieron por primera vez. Los presentó un amigo en común. Cinco años después, en 2011, se volvieron a ver en un vuelo hacia Puerto Rico. En ese tiempo no se habían visto en Panamá a pesar de que trabajaban a tres cuadras de distancia. Él llevaba tres años divorciado. Ella nunca se había casado.

Comenzaron a salir con amigos y luego él la invitó a cenar. Seis meses después, un domingo de resurrección, le propuso matrimonio. Ella quedó en shock, pues él era divorciado. “Yo estaba en comunidad neocatecumenal y sabía la importancia del sacramento del matrimonio”. Aunque se podía casar por lo civil con él, no podría hacerlo por la iglesia. Se casaron por el civil el 29 de junio de 2012.

Por estar en una relación sin casarse por la iglesia, no podían comulgar. A ella le afectó. “Lloraba a solas, trataba de que mi esposo no se diera cuenta para que no se sintiera mal”.

Dos años y medio más tarde fue invitada a participar en el retiro El esplendor del vínculo del movimiento Matrimonios en victoria y luego a otro llamado Misericordia conyugal, orientado a parejas divorciadas vueltas a casar. “Entendí que nadie me había excluido del amor de Dios, yo me había excluido y había olvidado que la misericordia de Dios está por encima de mis faltas”.

El divorcio no existía

José Francisco era de los que pensaba que al casarse por la iglesia no se podía divorciar. Entre el noviazgo y su primer matrimonio hubo en total más de 20 años de relación. Confiesa que mantenía a su familia en una olla de presión. Todo giraba alrededor de él. Le costó aceptar la separación y aplicó la ley de la indiferencia con su ex pareja.

Un día tuvo un sueño en el que moría sin tener la oportunidad de disculparse con la gente que sentía debía hacerlo. Ese día decidió cambiar su actitud. Tres meses más tarde conoció a Mary Julia.

Cuando se casaron, ella tuvo algunos choques de personalidad con la hija de él. Ella comprendió que, por ser la adulta, era la que debía cambiar. Pensó en cómo le gustaría que la trataran si esa fuera su hija.

Ahora mantienen una buena relación, así como la tiene con la ex pareja de su esposo.

A través del retiro pudieron hacer una guía para solventar la situación. “Lo más importante fue reconocer que los divorciados o personas en nueva unión, con hijos de relaciones anteriores tenemos una dinámica familiar diferente, por ende, no podemos hacer las cosas iguales, es necesario revisar y acordar cuál es esa nueva dinámica que se necesita para hacer que su nueva familia (ensamblada) funcione de la mejor manera”, detalla José Francisco.

A partir de ese mismo retiro, él empezó hacer su proceso de nulidad de su primer matrimonio eclesiástico. Para él, en un principio, el trámite significaba una pérdida de tiempo, “además que me obligaba a revivir un pasado que había dejado atrás“. Él se había casado la primera vez en el extranjero. Al final consiguió la nulidad.

José Francisco y Mary Julia se casaron por la iglesia el 18 de diciembre de 2019.

 

TAYRA PINZÓN Y JUAN MANUEL VÁSQUEZ

Reencuentro después de 15 años

Católicos casados por segunda vez, cuatro historias de amor

Católicos casados por segunda vez, cuatro historias de amor

Tayra estaba a tres días de cumplir 40 años cuando se hizo novia de Juan Manuel (a quien llama Juanma). Él tenía 42. Ella se había divorciado hacía un año mientras que él tenía tres años separado.

Cuando una pareja de divorciados comienza una relación, menciona Tayra, existe el temor de fallar, de cometer los mismos errores o de no saber las intenciones del otro. En su caso, desde el primer momento sabían quién era cada quién.

Tayra y Juan habían estudiado juntos en secundaria y siguieron siendo amigos después de graduarse. Ella estudió luego en Brasil y él, en Argentina. Cuando regresaron a Panamá él hizo su vida en Chitré y se casó. Ella lo mismo en la ciudad de Panamá. 15 años después de la última vez que se vieron, se reencontraron.

En un viaje a Chitré ella coincidió con los papás de él y ellos le dijeron que contactara a Juan pues ambos estaban afectados por un divorcio. Reiniciaron la amistad y luego se enamoraron. Fue en la iglesia San Atanasio de la Villa de Los Santos su primera cita. Ahí se vieron luego de varios meses intercambiando mensajes por celular.

“Fue una relación transparente, sabíamos quiénes éramos, de dónde veníamos, lo que habíamos sufrido y lo que queríamos, una relación para toda la vida, no revivir ni cometer los mismos errores del pasado”, expresa Tayra.

Su noviazgo inició en marzo de 2011 y un año y un mes más tarde se casaron por lo civil.

Juan se mudó a Panamá. “Fue rápido, todo muy serio, buscando a Dios desde el inicio. Queríamos que la relación fuera sólida”, dice ella.

“Nosotros iniciamos una relación queriendo hacer todo bien y poniendo a Dios en el medio, a pesar de saber que no podíamos acceder a los sacramentos por venir de un divorcio. Empezamos a asistir a movimientos y reuniones con grupos en situaciones como la nuestra y empezamos a entender que quizás lo que pensábamos que era inalcanzable, que eran los procesos de nulidad, no lo era, y que podíamos obtener esa gran bendición de casarnos algún día por la iglesia”.

Cada uno inició el trámite. Tayra comenzó su proceso en el Tribunal Eclesiástico en la ciudad de Panamá y Juan, en el de la ciudad de David. Su primer matrimonio fue en Chiriquí. “Justo en el año que estábamos haciendo el trámite fue el año de la misericordia, donde el papa realmente cambió muchos de los procesos, los simplificó”. Al cabo de un año, con casi una semana de diferencia, se logró la nulidad tanto del primer matrimonio de ella como la de él. Se casaron por la iglesia el 11 de septiembre de 2016.

‘El divorcio no es un ‘happy ending’

Juan recalca que en muchas ocasiones, cuando una persona se casa, lo hace para cumplir con requisitos socialmente establecidos. “Nadie es consciente que cuando se casa es para sacramentar la unión, para dar cabida a Dios en el matrimonio”.

Él ha tomado ahora una postura “antidivorcio”, pues considera que no existe situación que no pueda perdonarse o solventarse en una relación, si existe Dios de por medio. “El divorcio nunca es un happy ending, no va a ser la solución para tus problemas. No es una salida. Si te divorcias por la razón que sea y vas a iniciar otra relación, vas a chocar por los mismos problemas”.

Al respecto, Tayra agrega que en un matrimonio: “tiene que haber amor y perdón todos los días; amor gota a gota y perdón, gota a gota”.

Tayra y Juan formaron parte inicialmente de Apasir, una iniciativa del monseñor Ulloa para acompañar a los divorciados. Luego se integraron al movimiento Matrimonios en victoria.

 

JESÚS RODRÍGUEZ Y DALYS FERNÁNDEZ DE RODRÍGUEZ

Un amor que nació de amigos

Católicos casados por segunda vez, cuatro historias de amor

Católicos casados por segunda vez, cuatro historias de amor

Jesús había quedado muy afectado por la separación de su primer matrimonio que duró 10 años y le dio tres hijos. Meses después, en una misa, escuchó que se iba hacer un retiro. La persona que llevaba el retiro era Dalys. Poco a poco comenzaron a conocerse y cosecharon una amistad. Dalys tenía un niño y tenía dos años separada de su esposo.

Tras un año siendo amigos, se enamoraron y se hicieron novios. Un año después vivieron juntos, y otro más tarde se casaron por lo civil. Actualmente tienen 10 años de relación, ocho de matrimonio, con unos mellizos de también ocho años.

Dalys logró anular su primer matrimonio, un proceso que había comenzado antes de conocer a Jesús y que anteriormente requería una documentación de mínimo 25 páginas. Le tomó seis años. Ahora, de unos años para acá, con la intervención del papa Francisco, se redujo la documentación a cinco páginas y es un trámite que se puede solventar en un año. Se realiza ante el Tribunal Eclesiástico Nacional de Panamá que está en Clayton. Jesús está en ese proceso actualmente.

“El proceso de nulidad no es un divorcio. La iglesia toma el día que te casaste y examina si cuando juraste frente a Dios, estabas capacitado, entendías plenamente lo que jurabas y las consecuencias. ¿Qué se evalúa? Si de repente una persona no sabía que la otra tenía un vicio oculto o tenía otra relación (hasta el momento de la boda)”, explica Dalys.

Comulgar espiritualmente

Una persona divorciada o que viva con otra sin casarse por la iglesia no puede confesarse ni comulgar.

“Hay mucha gente que se retrae por desconocimiento y deja de servir [en la iglesia], porque piensa que ‘si no comulgo no hago nada’. Puedes comulgar espiritualmente, puedes servir en la colecta, puedes ser catequista, puedes leer lecturas”, detalla Dalys. “Puedes pedir siempre consejos, el padre te orienta y te da la bendición. Lo que no se puede dar es la absolución del pecado, porque del pecado primario no te arrepientes. No me arrepiento de casarme con él. Mientras no te cases por la iglesia, en principio, estás en adulterio. El amor no es pecado, pero optaste por una condición de vida”, explica Dalys.

La pareja tiene seis hijos en total. Uno de 21 años y una pareja de mellizos de 17, de él; uno de 19, de ella; y los mellizos de 8 años, de ambos.

– “Los tuyos, los míos y los nuestros, ¿es tan fácil decirlo?”, les pregunto.

– “No es fácil”, respondieron al unísono.

Ambos reconocieron que requiere esfuerzo en pareja. “No es por magia, es con oración, trabajo, aplicando herramientas, tomando control de tus emociones”, detalla Dalys mientras me mostraba una foto junto a sus seis hijos.

“Al final como adulto, tenemos que entender que ellos [los hijos] no tienen la culpa de lo que ocurrió antes, ¿por qué cuartar la posibilidad de una bonita relación entre hermanos, que no son de la misma pareja, pero con un vínculo grande”, expone Jesús.

Jesús y Dalys también forman parte del movimiento Matrimonios en victoria.

 

Matrimonios en victoria

Es un movimiento que surge en Guatemala, en el hogar de los esposos Betty y Manuel Juárez, a partir de 1993. Se hacían reuniones familiares con otras parejas autorizadas por el padre Demetrio Miolli, sacerdote franciscano, párroco de Nuestra Señora de los Ángeles, en Guatemala. Luego se extendió a otras parroquias. Actualmente tiene presencia en Costa Rica, El Salvador, México, Miami y Panamá.

Dentro del movimiento Matrimonios en Victoria, existe el ministerio de Vuelta a casa, dirigido a parejas en segunda unión. En cinco años este ministerio ha realizado 12 retiros beneficiando a 178 parejas. En los retiros denominados Misericordia conyugal, los participantes reciben ‘tips’ y herramientas para fortalecerse como pareja en cuatro temas: heridas de relaciones anteriores (cómo identificarlas y sanarlas), la relación con los hijos de relaciones anteriores, el manejo asertivo con las ex parejas y nulidad matrimonial.

El próximo retiro se realizará el sábado 7 y 8 de marzo. Para más información, puede comunicarse al teléfono 6346-3497.