El general Manuel Antonio Noriega estuvo recluido en la Nunciatura Apostólica de Panamá, rodeado por militares estadounidenses que esperaban su rendición. Una de las estrategias utilizadas por la milicia para lograrlo fue el “bombardeo acústico”, como lo define la Revista Transcultural de Música de la Sociedad de Etnomusicología de Barcelona, España.
Con grandes bocinas, los soldados pasaron horas reproduciendo música a altos decibeles frente a la embajada. A la fecha, muchos consideran que este bombardeo “musical” fue uno de los factores determinantes para que Noriega finalmente se entregara.
¿Cómo funciona esta técnica?
Un artículo de CNN detalla que los sonidos fuertes han demostrado “potenciar los efectos de métodos de tortura”, ya que “pueden ahogar los pensamientos internos de los detenidos, provocando pérdida de orientación e incluso alucinaciones”. Además, estudios han demostrado que este tipo de “sobrecarga sensorial” —reproducir música extremadamente fuerte durante largos periodos— puede ser una forma rápida de “quebrar” a una persona. Esto ocurre porque “el ruido impide el proceso psicológico de orientación, dificultando distinguir la realidad y resistir las preguntas de los captores”.
Daniel Levitin, profesor de neurociencia y música en la Universidad McGill, explicó a CNN que este método impide al cerebro organizar y dar sentido a la información: “El cerebro intenta constantemente encontrar patrones y dar orden al caos, y al enfrentarse a algo desconocido, se frustra”.

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Las canciones que sonaban esos días
Durante la operación denominada Operation Nifty Package, los militares estadounidenses utilizaron música rock para presionar al general Noriega. Entre las canciones que sonaron destacan:
“Paranoid” de Black Sabbath
“Run Like Hell” de Pink Floyd
“You Shook Me All Night Long” de AC/DC
En Spotify, es posible encontrar múltiples listas de reproducción que intentan recrear cómo sonaban las calles que rodeaban la Nunciatura en aquellos días.


