Estás en la fila del supermercado. Llevas veinte minutos esperando, con la mente en mil cosas. De pronto, tu hijo empieza a llorar, se tira al suelo, grita, no responde cuando lo llamas. Sientes las miradas, los susurros. Y esa mezcla de impotencia, vergüenza y tristeza se te agolpa en el pecho.
Si estás criando a un niño diagnosticado con autismo, este escenario probablemente te suene muy familiar. Y si nunca te ha pasado, quizá vives con el miedo constante de que ocurra en cualquier momento. La frustración —esa emoción tan humana— puede expresarse de maneras muy intensas en nuestros hijos, sobre todo cuando tienen dificultades para comunicar lo que sienten.
Esto no es una crisis sin razón. No es un “capricho”, como algunos aún creen. Es una forma de decir “ayúdame, no puedo con esto”. Y tú, como mamá, eres su refugio, incluso cuando todo alrededor se ve borroso y abrumador.
No hay una fórmula exacta para actuar. Pero sí hay formas más amorosas, respetuosas y efectivas de acompañarlos en esos momentos difíciles.
Frustración: una emoción con muchas caras
Muchos niños diagnosticados con autismo enfrentan desafíos a la hora de expresar lo que necesitan. Imagina por un momento sentirte abrumada por luces brillantes, ruidos intensos, personas hablando al mismo tiempo... y no tener las palabras para decir “esto me está molestando”. Así se siente tu hijo muchas veces.
Esa incomodidad, ese malestar que no sabe cómo explicar, puede convertirse en un llanto inconsolable, gritos, rechazo al contacto o, en ocasiones, comportamientos que otros juzgan sin entender.
Y ahí estás tú. A veces sin saber qué hacer, intentando mantener la calma mientras todo el mundo parece tener una opinión.
Respirar profundo y estar presente
Cuando ocurre un episodio de frustración, lo más importante es tu presencia tranquila. Sí, lo sabemos: no siempre es fácil. Pero respirar profundo, agacharte a su altura, hablarle suave, aunque no entiendas del todo lo que siente, puede ser más útil que cualquier regaño o castigo.
Decirle “sé que estás molesto” o “estoy aquí contigo” puede marcar la diferencia. No necesitas tener todas las respuestas, solo estar ahí.
Si sabes que hay situaciones que lo alteran —mucha espera, ruido, cambios inesperados— intenta anticiparte. Habla con él antes de salir, lleva algún objeto que le dé seguridad, acuerden una señal que use si necesita una pausa. Prepararlo le da más control y a ti más herramientas para sostenerlo.
Después de cada episodio, cuando todo se calma, hablen. O si aún no puede expresarse con palabras, acompáñalo a identificar lo que sintió. Pueden respirar juntos, contar hasta diez, o abrazar esa botella sensorial que tanto le gusta. Esas pequeñas rutinas crean vínculos y también le enseñan que sus emociones son válidas y manejables.
Cuando es en público… y el mundo no ayuda
Acompañar a un niño en un momento de crisis en casa ya es difícil. Hacerlo en público puede sentirse como un huracán emocional. Las miradas curiosas, los comentarios innecesarios, el juicio ajeno… todo eso duele.
Pero aquí va algo que quizás necesitas recordar: tu prioridad es tu hijo, no las opiniones. Él necesita que lo mires con ternura, no con vergüenza. Si puedes, aléjate a un sitio más tranquilo. Y si alguien te interroga con la mirada, una frase corta puede bastar: “Está pasando por un momento difícil, gracias por su comprensión”.
No estás sola. De verdad.
Criar a un niño con autismo es recorrer un camino lleno de desafíos, sí. Pero también está lleno de descubrimientos, de aprendizajes que llegan desde el amor más profundo.
Tú estás aprendiendo también. No eres mala madre por no saber qué hacer todo el tiempo. Nadie lo sabe. Lo importante es que estás ahí, buscando la mejor forma de cuidar a tu hijo sin apagar su esencia.
Y si en algún momento sientes que ya no puedes más, está bien pedir ayuda. Un equipo terapéutico no solo puede guiar a tu hijo: también puede acompañarte a ti.
Porque al final, lo más importante no es “controlar” la crisis. Es enseñarle —con tu ejemplo, tu paciencia y tu amor— que incluso en sus momentos más difíciles, tú estás con él.
Y eso, créeme, es lo que más necesita.
* La autora es licenciada en Fonoaudiología con más de 15 años de experiencia trabajando con niños con diversas neurodivergencias. Directora de Integrapanama.org y consultora experta de Método Tomatis.
* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.

