Las acciones extraordinarias de algunos individuos pueden cambiar la trayectoria de toda una nación.

Médicos y médicas jubilados poniéndose de nuevo en la primera línea, enfermeras haciendo sus propias mascarillas para poder tratar a los enfermos, padres separados de sus hijos para cuidar a personas que sufren del virus.

En la mayoría de los casos, son mujeres. A nivel mundial, las mujeres constituyen el 70% del personal de salud. También desempeñan la mayoría de las funciones de cuidado en los hogares y en las comunidades. Las mujeres realizan esta labor esencial a pesar de los obstáculos y las desigualdades.

Por eso la actualización del Plan de Respuesta Humanitaria Global para combatir el coronavirus, publicado este jueves 7 de mayo, pone a las mujeres al centro. Sabemos por experiencia que invertir en mujeres y niñas produce dividendos para todos.

En los hospitales y en los hogares, las mujeres están en primera línea en la lucha contra el virus. Sus acciones locales se traducen en beneficios globales. El mundo se ha unido para enfrentar la pandemia y solo podemos derrotarla si actuamos como uno solo.

Según la Organización Internacional del Trabajo, las mujeres realizan el 76 por ciento de las horas de trabajo de cuidado no remunerado a nivel mundial. Asumen el mayor peso del cuidado de los enfermos.

Debemos darles lo que necesitan para mantenerse seguras. Es lo correcto, pero también lo más inteligente para que puedan seguir salvando y mejorando vidas.

Y mientras luchamos contra Covid-19, sabemos que tenemos otra epidemia que superar: la violencia perpetrada contra las mujeres y las desigualdades que las dejan más expuestas a vivir en la pobreza y sin acceso a servicios esenciales.

Sabemos que confinamiento y cuarentena son esenciales para eliminar el virus. Sin embargo, pueden dejar a mujeres atrapadas con parejas abusivas. En las últimas semanas han aumentado las denuncias de violencia doméstica en muchos países. En algunos se ha duplicado el número de mujeres que llaman a los servicios de apoyo.

En contextos de crisis humanitarias, de guerra y pobreza, la situación no es diferente, salvo que a menudo hay pocos lugares donde denunciar los abusos o buscar refugio para que las mujeres y sus hijos puedan estar a salvo.

Si nos tomamos en serio la derrota de este virus, debemos promover y proteger la salud y los derechos de las mujeres, para su propio bienestar y para que puedan seguir promoviendo y protegiendo la salud de los demás.

Derrotar el virus y las desigualdades

El plan de la ONU reconoce el impacto desproporcionado que tiene la pandemia sobre las mujeres y las niñas, también reconoce su poder para derrotar al virus. El Unfpa utilizará los recursos obtenidos para priorizar sus necesidades.

Todo esto es posible gracias a la generosidad de los donantes. Se necesita mucho más. Contamos con que los donantes continúen financiando el plan manteniendo al mismo tiempo los planes de respuesta humanitaria y para refugiados existentes.

Instamos a todos los gobiernos a que hagan de la prevención y la erradicación de la violencia basada en género una parte fundamental de sus planes de respuesta nacional a la Covid-19.

Cada día, las mujeres están superando obstáculos y desigualdades para tratar y atender a los infectados por el virus, trabajando con ahínco para contenerlo y ayudando a sus familias y comunidades a protegerse.

Tenemos la obligación de proporcionar a estas mujeres las herramientas y los servicios que necesitan, así como la justicia y la igualdad a las que tienen derecho, en los hospitales, en los hogares y en sus comunidades.

Estamos decididos a hacer todo lo que podamos para luchar contra este virus mortal, y eso significa abordar las desigualdades que, de otro modo, nos frenarían a todas y todos.