Alejandro y Sofía Fasquelle son dos hermanos que decidieron innovar en la industria textil panameña apostando por la moda responsable. Desde su estudio de diseño sostenible, Simple AF, crean accesorios a partir de materiales reciclados, combinando creatividad, funcionalidad y conciencia ambiental.
“La idea inició como la tesis universitaria de mi hermano y cofundador, Alejandro. Durante la pandemia, ambos regresamos a Panamá y, mientras el mundo se detenía, pasábamos horas caminando por un parque desarrollando la idea que hoy es Simple AF. Soñábamos con una empresa pionera en sostenibilidad textil y, poco a poco, hemos ido dando forma a ese proyecto inicial”, contó Sofía a ELLAS.
La marca reutiliza principalmente residuos textiles de camisas, suéteres, polos y otras prendas. Para reforzar la durabilidad, cada pieza lleva un forro fabricado con tela hecha a partir de botellas de agua recicladas y se cose con hilo de nylon.
Entre sus productos se encuentran mochilas, tote bags, coolers, cartucheras, portapasaportes y tarjeteros.
“Uno de nuestros materiales favoritos para transformar es la lona publicitaria, porque es sumamente resistente. Fue creada para resistir al aire libre, soportando lluvia, viento y humedad”, explicó Sofía, destacando que su dureza presenta un reto adicional en su manipulación.

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El propósito central de Simple AF es “hacer accesible la sostenibilidad mediante la industrialización de procesos que, hasta ahora, se realizaban mayormente de forma artesanal y en cantidades limitadas”, explicó Sofía. Mencionó que muchas marcas aún evitan los materiales sostenibles por su complejidad y costos, por lo que han buscado maneras de escalar y simplificar estos procesos sin sacrificar ni el diseño ni la calidad.
El mayor reto ha sido probar que es viable fabricar a escala utilizando insumos recuperados, sin comprometer los estándares de terminación ni extender los tiempos de producción.
Antes de convertirse en realidad, Simple AF fue un concepto teórico apoyado por el programa de incubación de Ciudad del Saber. “Tuvimos la oportunidad de presentar cinco prototipos a un gerente de Sostenibilidad de una marca reconocida para proponerles un proyecto formal. Como dice el dicho, ‘si no te avergüenza tu primer prototipo, entonces lo lanzaste muy tarde’. Cuatro de esos prototipos aún nos generan vergüenza, pero uno quedó excelente, y eso fue suficiente para que el gerente confiara en nosotros y nos diera la oportunidad de avanzar”, relató Sofía.
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Después de ese impulso inicial, lanzaron su primera colección en alianza con la Fundación Estudio TAC, reciclando productos con defectos para crear carteras, shoppers y loncheras que luego se vendieron para recaudar fondos. En esa etapa, Alejandro y Sofía confeccionaban todo manualmente en un cuarto del apartamento de su mamá, usando una máquina industrial.
“Al mirar atrás, identifico muchos aspectos que pudimos mejorar en esos primeros productos, pero gracias a esa experiencia perfeccionamos nuestros procesos, diseño y calidad”, señaló.
Sofía enfatizó que la educación es clave para avanzar hacia una sociedad más sostenible. “Estamos lejos de que la mayoría de los panameños tenga conciencia plena sobre reciclaje y prácticas responsables. Para lograrlo, es vital incluir estos temas desde la educación temprana y contar con una infraestructura que facilite la aplicación de esos conocimientos”.

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“Desde nuestra posición, trabajamos para crear conciencia en nuestro entorno. Ofrecemos charlas sobre moda responsable, talleres corporativos sobre economía circular y compartimos contenido educativo en nuestras redes sociales. Creemos firmemente que ninguna acción es demasiado pequeña cuando se trata de proteger el planeta”, concluyó.


