Dos balas disparadas a sangre fría y por la espalda truncaron hace 20 años la vida de Gianni Versace a la puerta de su lujosa mansión en Miami. El crimen enmudeció al mundo y despertó una cruenta batalla familiar por el control de la legendaria firma.

Como muchas mañanas, el diseñador había salido a comprar la prensa italiana. Nunca lo volvería a hacer. Andrew Cunanan, un joven de 28 años, toxicómano, que se ganaba la vida como gigolo, se cruzó en su camino aquel 15 de julio de 1997, y aparentemente sin más, le descargó dos tiros mortales en la nuca.

Cunanan era uno de los 10 hombres más buscados del FBI, acusado de matar a otros cuatro hombres en los últimos meses. Pero las incógnitas en torno al móvil del asesinato más mediático de la industria de la moda siguen abiertas: ¿por qué lo mató?, ¿fue un ajuste de cuentas de la mafia?, ¿buscaba un episodio de gloria para su historial criminal? El homicida se quitó la vida ocho días después con la misma pistola con la que acabó con la de Gianni y se llevó a la tumba esos secretos para siempre. Los agentes del FBI cerraron la investigación en tan solo cinco meses y medio, sin concluir nada en claro.

En aquel entonces, Versace tenía 51 años y había llegado a la cumbre de su carrera. El italiano había forjado un imperio a su alrededor, invirtiendo los cánones de belleza de los años 80, transformando maniquíes anónimas en grandes estrellas multimillonarias. Era la época dorada del trío de musas Naomi Campbell, Claudia Schiffer y Cindy Crawford.

Hoy se le recuerda como un hombre poliédrico con glamur, magnetismo y brillo propio, cuya personalidad arrolladora convertía todo lo que diseñaba en un objeto de deseo. Amaba la música clásica, el arte, el teatro, el ballet y, por supuesto, la moda. Su primera colección de mujer en 1978 conquistó el mundo de la moda, que nunca volvería a ser el mismo. Con el lema: “Lujo, calidad y belleza” iluminó su apellido y esos adjetivos acompañaron para siempre la casa Versace. Sus diseños inspirados en la antigua Grecia desfilaron por las pasarelas más emblemáticas de la industria fashion, llevando la vanguardia clásica y la seducción por bandera. Eligió como ícono a Medusa, la despiadada diosa helénica cuyos ojos convertían en piedra a quien osara desafiarla. Su fama le llevó a vestir a las celebridades del mundo del cine, del deporte y del espectáculo, que lo consagraron como una divinidad más en el monte Olimpo. El 2016 fue el año de la salida a bolsa de Versace, que elevó su cifra de negocio hasta 645 millones de euros.

Versace tras dos décadas de su muerte

Exterior de Casa Casuarina, la mansión de Versace en Miami Beach, en cuyas escalinatas el diseñador fue asesinado en 1997.

Su última voluntad abrió -como su propia muerte- nuevas interrogantes que alimentaron las elucubraciones más retorcidas de la prensa rosa. Dejó la mitad del imperio de moda Versace a su sobrina favorita, Allegra Versace, frente al 20% que ya tenía su madre,  Donatella, y el 30% de su tío, Santo Versace. La joven niña, a quien consideraba su alter ego espiritual, tenía entonces 11 años y la presentaba en público con cariño como su “princesa”. Hasta que no cumplió 18 años, en 2011, no se convirtió de facto en la socia mayoritaria de la firma. Hoy su fortuna ronda los 800 millones de dólares.

El modisto también fue generoso con el amor de su vida,Antonio D’ Amico, quien encontró a los pies de las escaleras de su palacio de Miami el cuerpo inerte de Gianni envuelto en un charco de sangre. La pareja llevaba años compartiendo la pasión por el diseño de moda bajo el mismo techo, mostrando su amor al mundo sin miedo al qué dirán. Le dejó en herencia un sueldo de por vida de 33 mil dólares mensuales y el derecho a vivir en una de las casas del estilista repartidas por Milán, Nueva York, Miami y el lago Como, en Italia.

Versace tras dos décadas de su muerte

Gianni Versace, en la cúspide de su carrera.

La gran desaparecida del testamento fue su hermana Donatella, lo que generó todo tipo de rumores. El diseñador había reconocido un año antes que estaba “en guerra” con su hermana, quien había escalado con artimañas hasta el vértice de la compañía, convirtiéndose en su principal rival.Sin embargo, los últimos deseos de Gianni Versace no han sido respetados. Allegra resta en la sombra. Los focos mediáticos que la perseguían día y noche, desde que fuera elegida como heredera universal, le pasaron factura sumiéndola en una crisis de ansiedad que degeneró en la anorexia. “A donde fuera siempre era una Versace”, explicó al diario italiano La Repubblica. Entonces decidió apartarse de la vida pública.La que mueve los hilos de la firma de lujo es Donatella. Solo ella ha conseguido mantener el prestigio de la marca en el tiempo, encargada del aspecto creativo del diseño, mientras que Santo es el cerebro financiero. “Ya han pasado 20 años de la muerte de mi hermano. Aquel día el mundo perdió un genio y un artista en la cúspide de su creatividad, y mi familia, un alma valiente y llena de amor. Gianni me decía siempre que fuera fuerte y fiel a mí misma; ha pasado mucho tiempo, pero sigo cumpliendo su consejo. Gracias, Gianni”, comentó Donatella recientemente.

Versace tras dos décadas de su muerte

La ya desaparecida princesa Diana de Gales y el músico británico Elton John durante el funeral de Versace en la Catedral de Milán, Italia.