El lhasa apso es una de las razas más antiguas, según lo establecen estudios de su ADN, y sorprendentemente, si vemos su apariencia, uno de los más cercanos genéticamente a su antepasado lobezno.

El Tíbet, su tierra natal, es llamada el techo del mundo debido a sus altísimas cumbres, y su clima posee grandes diferencias de temperatura, que van desde bajo cero a más de 30 grados, dependiendo de las regiones. Conociendo estos datos podemos darnos cuenta la función del largo y abundante pelo del lhasa apso como protección tanto del frío como del calor.

Su trabajo era alertar con ladridos la llegada de extraños a los templos budistas, formando un gran equipo con los mastines tibetanos de gran talla, quienes después ponían el cuerpo a la situación.

Estos especiales y llamativos perros eran altamente respetados y jamás vendidos, ya que se decía que en ellos vivía el alma de los lamas como un paso previo a la próxima vida.

Obsequiar un lhasa era una muestra de gran afecto y confianza, que habitualmente se otorgaba dentro de los estratos más altos de poder. En los monasterios budistas donde habitaban los lhasa, la crianza de estos perros se manejaba con un gran hermetismo y era muy difícil que alguno llegara a otras latitudes. La raza recién comienza a expandirse muchos años después, cuando los exploradores británicos los traen a Occidente en sus travesías desde el Tíbet.

Como ha sucedido en muchísimos casos, Inglaterra y Estados Unidos fueron las vías para que infinidad de razas caninas de otras tierras alcancen la popularidad, y también es el caso de este canino tibetano.

A pesar de esto y de la difusión que alcanzó junto al Dalai Lama XIV, uno de sus grandes admiradores, la raza no es conocida masivamente. Tal vez el shih tzu conquistó este espacio, pero aunque se los ve muy similares y hasta se los confunde, poseen diferencias físicas y sobre todo de carácter.

Características de la raza

El tipo de pelo, el largo del hocico y el tamaño diferencian al ‘lhasa’ del ‘shih tzu’, aunque todo es bastante sutil para los no muy avezados. En ocasiones, ni las propias familias que conviven con ellos pueden determinar sus rasgos distintivos. Ambos son perros del grupo de compañía, pero el ‘lhasa’ es menos extrovertido y sociable, pero, por supuesto, siempre hay excepciones.

Aunque podemos considerarlo apacible y tranquilo debido a sus orígenes, el pequeño guardián de alerta tibetano sigue manteniendo estas aptitudes.

Es un maravilloso compañero, pero no lo consideraría para quienes gustan de cargarlos como si fueran peluches.

A pesar de su imagen tierna y aparentemente frágil, es un animal rústico y en líneas generales muy sano y longevo, que supera habitualmente los 15 años de vida. Su punto más vulnerable son las afecciones oculares. Su manto es bastante particular, ya que la textura es dura dentro de un pelo largo y de caída recta.

Tienen una amplia gama de colores, que va desde el dorado hasta el negro, pasando por gris.

Su espectacular apariencia requiere de trabajo y dedicación. Mantenerlos sin nudos, con cepillados prolijos y regulares es esencial para que no acaben rasurados, quitándoles uno de sus encantos físicos más notables.

Si busca un ‘lhasa apso’, verifique sus papeles de pedigrí, ya que hay algunas cruzas con ‘shih tzu’ cuyos cachorros son muy difíciles de identificar.