Hace años que casi diariamente transito por vía España y paso por el área de Río Abajo. Desde el primer día me llamó la atención la cantidad de perros solos en la calle. Con el correr del tiempo fui reconociendo a cada uno de ellos, y cada mañana que los vuelvo a ver, me da mucha alegría, ya que los riesgos que corren al cruzar las calles son demasiados.

El pinchudito de patas cortas esperando, muy bien portado, que abran el puesto de comida donde seguro siempre algo recibe; el de orejas caídas con su piel marcada como trofeo de sobreviviente de la sarna; el mestizo de beagle; el flaco patilargo de la parada del bus, y tantos otros.

Les confieso que, cuando llueve torrencialmente, pienso dónde se resguardarán, aunque seguramente ya tendrán su espacio conocido hasta que pare el aguacero. En líneas generales, a estos perros se los ve saludables y nunca tuve la idea de recoger a alguno de ellos, pero cuando los tengo cerca no puedo evitar demostrarles mi afecto con caricias y alimento que a veces llevo en el automóvil.

En ocasiones he visto algunos abandonados, enfermos o en estados terminales que sí necesitaban ayuda urgente. Una mañana, pasaba con mi compañera de trabajo por la misma avenida y ella vio a lo lejos al que hoy se llama Conan; estaba moribundo, tenía mucha fiebre, tos y un tumor venero transmisible en la cara. No teníamos lugar donde tenerlo ni llevarlo. Luego de muchos desesperantes llamados, al otro día conseguimos hogar temporal.

Lo buscamos, se le hizo un tratamiento exhaustivo y una vez curado lo pusimos en adopción. Hoy tiene techo, cariño y una familia de la que ya es parte. Historias como estas hay a montones y también muchísima gente particular y asociaciones que están trabajando muy fuerte, haciendo rifas y eventos para obtener recursos, y todo a pulmón, con la poderosa fuerza del amor.

Lamentablemente no siempre se puede hacer todo lo que uno quisiera por falta de espacio, recursos, otros animales, trabajo, etc., pero hay maneras en que podemos sumarnos para seguir cambiando la vida de animales en necesidad.

CÓMO PODER AYUDAR

En primer lugar, debemos saber que subir una foto en las redes para buscar ayuda es tercerizar el problema. Nadie puede hacer más que usted y para todos es trabajoso el involucrarse en ayudar a un animal. De no poder llevarlo a su casa hasta esterilizarlo y ponerlo en adopción, busque un hogar temporal. No existen soluciones mágicas ni superhéroes.

Si en su barriada hay colonias felinas o grupos caninos, puede ir atrapándolos de a poco, llevarlos a esterilizar para evitar que se sigan reproduciendo y volver a soltarlos donde siempre están.

Ser voluntario de asociaciones es otra opción, como también ofrecer transporte para el traslado de animales.

Por supuesto, donar alimento, elementos útiles o dinero, siempre es de gran ayuda. Si presencia algún acto de maltrato, denuncie; existen leyes en Panamá que protegen a los animales, incluyendo los que viven en las calles.

Si tiene perros de raza y quiere aparearlos, piénselo más de dos veces. La población canina es demasiada y hay muchos animales en adopción que podrán brindarle a quien los escoja las mismas virtudes que tienen todos los perros, sin excepción.

Si de todas formas, por algún motivo, quiere comprar una raza determinada, no lo haga en fábricas de perros, sino en criadores certificados, para que su dinero no avale el maltrato, la insensibilidad y la explotación.

Súmese y sea parte de este proceso evolutivo en la protección animal que en definitiva, es apoyar el engrandecimiento de la cultura.