El carácter de los perros se forma de diferentes elementos; algunos de ellos vienen incorporados en su genética y otros están relacionados con la historia de cada animal, incluyendo su gestación.

El tiempo de preñez de una hembra canina es de 58 a 62 días aproximadamente, y estudios muestran que desde el último tercio de este proceso, el cachorro comienza a ser influido por el estado psicológico de la madre, además de su salud física. El estrés de la perra gestante por un entorno amenazante o alterado u otros motivos, puede influir negativamente en el carácter futuro del cachorro, dejando huellas profundas muy difíciles de borrar.

A partir del nacimiento y hasta los dos meses o incluso más, es la madre quien se encarga de brindar las herramientas y el aprendizaje que el perrito utilizará una vez sea destetado.

Cuando por alguna causa, los cachorros quedan huérfanos inmediatamente tras el parto o durante sus primeros días de vida, todo se complica.

Hasta hace un tiempo, cuando se presentaban estos casos, la preocupación era solo mantener a los perritos con vida, darles calor y buscar sustitutos de leche materna para proporcionarles todos sus nutrientes. En la actualidad sabemos que, además, la madre aporta a los cachorros diversos estímulos que contribuyen a un correcto desarrollo de su sistema nervioso y esto es relevante para sus capacidades futuras.

Aunque existen ejercicios estipulados con diferentes posiciones de manipulación y sensaciones térmicas que las personas pueden usar para estimular al cachorro en estas circunstancias, siempre lo mejor es buscar una nodriza canina que pueda encargarse de los perritos, ya que nadie hará este trabajo tan bien como los de su propia especie.

Hay cantidad de perros con problemas de conducta sin una causa aparente; sin embargo, es frecuente que en muchos de ellos no haya existido un vínculo normal con su madre, careciendo de los estímulos necesarios para un correcto desarrollo de su carácter.

También pueden presentarse patologías profundas por aislamiento en los primeros meses de vida, en entornos donde el cachorro no puede conectarse con ningún tipo de información externa y desarrollar adecuadamente la estructura nerviosa de su cerebro.

Síndrome de privación sensorial

Cuando por diferentes causas los cachorros no tuvieron un proceso normal de estimulación sensorial en las primeras etapas de vida, esto puede hacerse visible en su poder de adaptación a los elementos o circunstancias a los que posteriormente se exponga.

Además de los problemas de conducta que puede generar (como fobias, pánico, ansiedad extrema, automutilación y otras alteraciones graves), también este síndrome puede disparar diversos trastornos físicos de cualquier índole (como, por ejemplo, los dermatológicos).

Seguramente habrán escuchado hablar de enfermedades ideopáticas, palabra que se utiliza cuando se desconoce la causa de una afección. Muchos de estos trastornos pueden estar ligados o exacerbados por este padecimiento.

Al igual que sucede con las personas, en los perros los factores emocionales, la estructura cerebral y las patologías psicológicas pueden incidir de manera contundente en todo su organismo.

Aunque este síndrome no es difícil de diagnosticar, ya que existen pautas notorias y específicas observando la forma en que el animal se maneja y reacciona, el tratamiento no es sencillo y en la mayoría de los casos no se pueden obtener los resultados que uno quisiera.

Lamentablemente, hay procesos que no tienen marcha atrás y necesitan de mucha paciencia, amor y la atención idónea de un especialista en conducta canina y un médico veterinario. La utilización de fármacos generalmente es indispensable para el control y tratamiento de este síndrome.