Recientemente, las industrias productoras de plástico en el mundo han solicitado que se retiren las prohibiciones y regulaciones que múltiples países han impuesto a los plásticos de un solo uso.

La Asociación de la Industria del Plástico de Estados Unidos envió una comunicación al Departamento de Salud y Servicios Humanos, solicitando ignorar las iniciativas existentes para prohibir los plásticos de un solo uso en este país. Los Convertidores Europeos de Plástico solicitaron que la Comisión Europea retirará las prohibiciones. Italia, Turquía y Alemania están levantando sus prohibiciones debido a requerimientos de la industria plástica. La razón: argumentan que los plásticos de un solo uso son la “opción más segura” en tiempos de COVID-19.

Es de conocimiento común que el plástico es un problema. Es prácticamente imposible de reciclar (En 2015, un estudio 1 estimó que a esta fecha se habían generado 6,300 millones de toneladas métricas de desechos plásticos de los cuales, solo el 9 por ciento han sido reciclados y de ellos un 79% terminó en vertederos o en el ambiente), no es biodegradable, ha ingresado a nuestra cadena alimenticia y además tiene impactos negativos en el cambio climático.

La industria plástica en el mundo, lleva 50 años argumentando que son la mejor opción en términos de salud pública. Pero, ¿son la opción más segura para evitar el contagio del COVID-19? No hay evidencia científica que lo demuestre. Por el contrario, la evidencia que hay hasta el momento, según investigaciones científicas publicadas en el Journal of Hospital Infection y en The New England Journal of Medicine, muestra que el COVID-19 persiste más tiempo en el plástico que en otras superficies. Tampoco hay evidencia científica contundente que muestre que el COVID-19 se transmite a través de las superficies.

No podemos caer en los argumentos de la industria; sigue siendo necesario mantener e implementar prohibiciones y regulaciones a los plásticos de un solo uso.

Nuestro consumo del plástico de un solo uso está en aumento. Múltiples establecimientos comerciales han incrementado el uso del poliestireno expandido o foam (el cual es imposible de reciclar cuando está sucio), film, bolsas, vasos y cubiertos desechables. La consecuencia: aún sin evidencia científica de soporte, estamos aumentando un problema gravísimo que no hemos podido solucionar.

Estamos poniendo en el ambiente cantidades espeluznantes de plástico que no se reciclan, ni tienen una disposición final adecuada y que, eventualmente, terminarán contaminando nuestros océanos.

Los elementos de protección personal, que son fundamentales para detener el avance de la pandemia, también están aumentando la cantidad de desechos y contaminación que producimos. Ojo, estos son indispensables y no podemos dejar de usarlos por ahora. Lo que sí podemos hacer es reducir nuestro consumo de plásticos de un solo uso que no son indispensables, como el poliestireno expandido (foam), las bolsas plásticas, los cubiertos y vajillas desechables, etc.; y para esto, mantener las iniciativas que establecen prohibiciones es fundamental.

Si bien en Panamá, mediante Ley 1 de 19 de enero de 2018, se prohibió el uso de las bolsas de polietileno con lo cual su importación al país disminuyó este año en un 54% 2 , es importante reforzar el marco legal a nivel nacional y local para la reducción del uso de plásticos desechable. También es necesario promover continuamente campañas de concienciación a la población sobre la necesidad de reducir el uso de estos elementos.

Esta pandemia ha puesto al mundo entero en una posición en la que es necesario repensar las formas de vida que llevamos. Cuando la tormenta pase, nuestra única opción será emprender un camino contundente hacia un mundo más sostenible. Esto, sin duda, debe incluir un cambio de enfoque en la forma en la que hemos gestionado el problema de contaminación. Seguir consumiendo plásticos de un solo uso, confiados en que el reciclaje es la solución, ha probado ser un abordaje ineficiente. Nuestro único camino es rechazar y decir Chao plástico desechable.

Daniela Durán es Coordinadora de Incidencia Política en Fundación Mar Viva