En este momento de pandemia, en el que no podemos darnos el lujo de dejar de trabajar, ha tomado forma la figura del teletrabajo, que si bien es cierto algunas empresas de tecnología la estaban aplicando al menos dos veces por semana, ahora hasta las compañías que nunca se vieron bajo esta figura la han debido adoptar por medio del ensayo y el error. ¿Por qué lo llamo así? Porque debiera darse a través de una metodología más adecuada, basada en las mejores prácticas.

No ha sido de esa manera, y no por falta de voluntad, sino porque la Covid-19 nos está empujando a este dilema por necesidad para seguir funcionando económicamente. Para el empleador y para el trabajador  debiera ser una relación de ganar-ganar.

Digo con esto, que el trabajador debiera poder tener por lo menos algo cercano a la condición presencial que antes experimentaba. Por ejemplo,  que sus horas no sobrepasen las regulares de trabajo. De lo contrario,  estaríamos en un esquema de desmejora en la calidad de vida.

El teletrabajo debe ser establecido mediante procesos internos y en busca de  áreas de mejoras. Si no llegara a llenarse las expectativas se va a producir un desgaste y en consecuencia insatisfacción, es allí cuando nos preguntaremos si existirá o no un empleo que nos pueda apasionar y que llene nuestras perspectivas.

Cuando hay reconocimiento, salario equivalente a la carga laboral, interés en el equipo de trabajo, flujo ordenado y equitativo de asignación de tareas, no existirá ninguna carencia en relación al trabajo y habrá motivación continua  y mejor disposición.

El trabajar desde casa también tiene sus cruces: distracción, muchas veces ausencia de muebles para trabajar cómodamente, hay que hacer uso de equipo personal en algunas ocasiones, desmotivación, uso exagerado en las horas de productividad y hasta muchas veces mala distribución del trabajo; es allí donde se deben elaborar esquemas participativos para todos, reuniones fluidas para escuchar en qué se debe mejorar, aprender a escuchar porque ya no estamos 100% presencial.

Toca ser más receptivos y tolerantes. Sumado a ello están las necesidades de cada familia. Se está expuesto un constante flujo informativo de los avances de esta pandemia que muchas veces no abona al estado de ánimo de cada persona. Somos seres humanos con todo un  mundo que atender y entender. Seguiremos en otra vuelta.