En pijama y desde el sillón de casa. Así se flirtea hoy en día. El miedo escénico a ser rechazado en la barra del bar o a que te dejen plantado en la pista de baile es agua pasada. Las nuevas tecnologías han ganado terreno en el amor y cualquiera puede construirse un perfil -con selfis desde el mejor ángulo- en una de las plataformas disponibles para buscar pareja por internet. Como Tinder, la más descargada entre los heterosexuales.

Las reglas del juego son sencillas: una vez seleccionado el rango de edad, en la pantalla van apareciendo todos los candidatos disponibles a 20 km a la redonda. Si no te gusta lo que ves, mientras ojeas el catálogo virtual, deslizas con el dedo hacia la izquierda hasta que, si por fin das con el pretendiente ideal, lo arrastras a la derecha. Solo si esa persona también lo hizo se abrirá un chat por el cual comenzar a intercambiar mensajes.

Los detractores de estas aplicaciones dicen que sus usuarios solo buscan relaciones esporádicas o encuentros sexuales fortuitos. “Hay de todo”, defiende la periodista Pepa Marcos, autora de la columna de opinión El amor en tiempos de Tinder, en harpersbazaar.es. “Nadie te garantiza que ese chico tan majo que te presenta un familiar no vaya buscando solo tener sexo casual. Eso son prejuicios absurdos”. “Hay mucha gente que no tiene facilidad para las relaciones sociales, y estas aplicaciones eliminan una buena parte de la presión de los encuentros en persona”, reconoce. Ella misma conoció a su actual pareja hace cuatro años a través de Tinder, y siguen juntos.

Aunque entre los mileniales y la generación posterior es algo tan común como utilizar Twitter o Instagram, todavía hay un cierto estigma que compara esta forma de conocer gente con las compras por internet. Esto hace que a muchas parejas les dé vergüenza admitir que se conocieron a través de una pantalla. “En nuestra sociedad impera el mito romántico que dice que cada uno tiene una media naranja con la que nos encontraremos gracias al destino, sin hacer nada. Y estas aplicaciones proponen justo lo contrario”, explica la socióloga francesa Marie Bergström.

Pero en el universo virtual, como en la sociedad, hay de todo. Los que buscan solo sexo y los que sueñan con encontrar el amor verdadero. “Hay un perfil que se repite en mi consulta. El de personas que no habían tenido facilidad para las relaciones y que a través de estas aplicaciones han conseguido sacudirse los miedos y ser felices en pareja. ¿Hay algo más romántico?”, señala en este sentido la sexóloga Ruth González Ousset.

Amor en pijamas: con las redes sociales, se consigue a un clic

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Uno de los cambios más obvios respecto al método clásico de ligar es el contexto. “Antes se establecía el contacto en lugares de ocio, como discotecas, o dentro de nuestro círculo social, que es mucho más limitado de lo que pensamos. Ahora es más fácil; no tienes que salir de casa para conocer gente”, describe la terapeuta. Otro es la inmediatez. Es cuestión de minutos que dos desconocidos tengan una cita.

Sin embargo, además del enamoramiento, el smartphone puede provocar justo lo contrario. “Las nuevas tecnologías también pueden aislarnos. En gran parte, se está cargando la comunicación en la pareja. Solo hay que observar los restaurantes. Hay mesas con una pareja que lleva cenando 50 minutos y no han intercambiado ni una sola palabra. Pero sí han sacado el móvil para hacer la foto de lo que cenaban y subirlo a las redes”, destaca Bergström.

Por su parte, González Ousset subraya que, en cierto modo, mucha gente usa este tipo de aplicaciones para evadirse de su realidad cotidiana. “Se inventan una personalidad y una vida. Lo usan como terapia para escapar de sus problemas cotidianos. Hay mucha gente que no es capaz de hablar con sus seres más cercanos, pero se abren en la red”, describe. “Es un terreno peligroso que pone de manifiesto que vivimos en una sociedad donde impera la soledad de masas. Nos estamos aislando cada vez más”, lamenta.

Lo que está claro es que las plataformas en línea han cambiado para siempre la manera en que se gestan las parejas. Solo hay que ver las estadísticas.Estudios recientes apuntan a que un tercio de los que se casan hoy en Estados Unidos se conoció a través de una pantalla. Y, en el caso de los homosexuales, internet hizo de cupido en siete de cada diez parejas.

Los matrimonios arreglados siguen existiendo en medio mundo, pero las aplicaciones como Tinder, Meetic, Happn y Grindr han generado relaciones más heterogéneas. “Sales de tu círculo para conocer a personas que no pertenecen a él y estás abierto a nuevas oportunidades. Además, se fomenta la creación de una sociedad más integrada social y económicamente”, concluye Pepa Marcos.

Las llaman las discotecas del siglo XXI: un lugar virtual donde lograr una historia de amor con final feliz o una noche loca. Pero las aplicaciones online para buscar pareja son, sobre todo, un negocio redondo, que mueve cerca de 4,600 millones de dólares, según las últimas estimaciones.