Para una persona que se encuentra en los 40 y tantos de años, qué triste es quedarse en el lugar donde está por el simple hecho de recibir un salario más que lo que pudiera desarrollar.

Dichosos los que pudiendo desarrollar y crear lo hacen, y aquellos que no lo realizan les comento que están desperdiciando su momento, su vida, sin darse cuenta.

A veces no es solamente la dirección de la organización que propicia una escasa motivación sino más bien lo colateral, los compañeros, la gente y la cultura que han desarrollado o que han dejado propiciar y que muchas veces no son las buenas costumbres ni valores.

Es fácil decir: “si no te gusta lo que ves, ¡entonces vete!” Pero dígame, ¿es fácil para alguien que se encuentre en la década de los 40 cambiar de empleo como cambiar de blusa?

Todavía en este mundo supuestamente de oportunidades, legislaciones que patrocinan la igualdad y los derechos, en la realidad, no es tan así. Existen los estigmas de las edades para contratar. Aplicas, pero no recibes una respuesta que al menos te diga en qué puedes estar fallando o alguna retroalimentación para que modifiques tu oferta laboral, e incluso pensar que te has quedado inmerso en un sector por más tiempo del que debiste estar o pertenecer.

He pensado en recomendarte que empieces a tocar puerta y que te diversifiques y no precisamente busques lo que has estado haciendo, simplemente, busca para encontrar oportunidad en otra área de habilidades que probablemente tengas y no estás observando las alertas que el sentido común te indica.

Pero una vez que empiezas a tocar puertas, si se te llegan a abrir y quedas a la espera de la oportunidad para entrar, es allí donde vienen los riesgos de cuánto tiempo podemos esperar, porque hay que pagar cuentas, compromisos…

A veces pienso que la educación que recibimos en los 80 le faltaba un poco más de ambición para no ser tan sumisos y pretender poder luchar siendo hasta emprendedores, situación distinta de los jóvenes que inician el camino laboral y que viven despreocupados por permanecer muchos años haciendo lo mismo y variando sus oportunidades.

Trabajar por un salario

Ilustradora Anna P. Ferrabone

Será una incógnita la solución a todo esto, lo que sí es cierto es que no podemos permitirnos dejar que pase la vida metidos en un lugar en donde la única motivación para asistir a diario sea un salario a cambio por necesidad. Tenemos derecho a ser felices en el lugar donde nos desenvolvamos laboralmente.

Aspiro a más que eso, sueño con oportunidades que se den a ese sector que se siente como yo -y que sé que son bastantes-, con sueños todavía por alcanzar porque deseamos todavía poder contribuir, encontrar ambientes ajenos a prejuicios, habladurías, bochinches, personas mal intencionadas, egos por las nubes, egoísmo e hipocresía.

¡Seguiré soñando que lleguen tiempos mejores para seguir dando otras vueltas!


* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.

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