Cuidar la tierra, recuperar conocimientos ancestrales y el cultivo de semillas valiosas pero que han caído en desuso son parte de las metas de las agrupaciones de mujeres indígenas de las que forma parte Sara Omi, abogada y líder emberá.

En la década de los 70, la familia de Sara Omi fue obligada a desplazarse por la construcción de la hidroeléctrica Bayano. Ese pasado le hizo crecer con conciencia sobre el significado de la tierra y la importancia de que las voces de quiénes habitan en ella sean escuchadas.

Un estudio reciente acaba de volver a mostrar la importancia de valorar el conocimiento de las poblaciones que por siglos han habitado y protegido un territorio, logrando armonía entre la convivencia y el cuidado de la naturaleza.

El informe ¿Quiénes son los dueños de la tierra del mundo? elaborado por la organización internacional Rights and Resources Initiative se presentó en Panamá durante la primera Semana Climática Mesoamericana que reunió a 200 líderes de comunidades indígenas locales y del mundo junto a autoridades, miembros de oenegés, donantes y organizaciones de defensa de los derechos sobre la tierra. La actividad fue organizada por la Alianza Mesoamericana de Pueblos y Bosques (AMPB)

“Los pueblos indígenas, afrodescendientes y las comunidades locales son los mejores gestores de sus tierras y recursos”, según el documento que hace un repaso de las recientes victorias jurídicas en tenencia de la tierra de estas poblaciones, como el reconocimiento en Panamá de los derechos del pueblo naso tjër di a más de 160 mil hectáreas.

Panamá es uno de los tres países en el mundo que tiene carbono cero (absorbe más carbono del que genera) junto a Surinam y Bután. Las selvas y áreas boscosas que hacen posible esto se encuentran en manos de los pueblos indígenas.

Los bosques mesoamericanos contienen el 47% de las reservas forestales de carbono de la región, aproximadamente el 8% de la biodiversidad mundial a pesar de que cubren sólo el 0,5% de la superficie terrestre. De estos bosques obtienen su sustento más de 5 millones de personas de 60 grupos étnicos y lingüísticos.

Sara Omi, presidenta de la Coordinadora de Mujeres Líderes Territoriales de la AMPB, quién fuera una de las expositoras en la Semana Climática Mesoamericana expresó: “Los objetivos están ahí, consagrados legalmente, ahora tenemos que pensar en alcanzarlos, por lo que demandamos a nuestros gobiernos poner en marcha los mecanismos necesarios para hacerlo de manera urgente. Tenemos que garantizar el reconocimiento y la protección de todos los pueblos indígenas en sus lugares culturales y sagrados. Tenemos que acelerar nuestra acción, ayudando a ampliar y promulgar las soluciones que nos dieron nuestros antepasados”.


Las manos y las voces de las mujeres

Mediante agrupaciones como la Asociación de Mujeres Artesanas, las mujeres indígenas trabajan en la restauración de bosques, por el rescate de la soberanía alimentaria y la recuperación de conocimientos ancestrales, contó a revista Ellas la líder emberá.

“Estamos en un emprendimiento de mujeres que trabaja por una economía autosostenible desde nuestra propia visión”, dijo. El trabajo por la soberanía alimentaria tiene también que ver con la salud, para estas agrupaciones en donde las jóvenes tienen un papel importante. La pandemia también mostró la relevancia que tiene mantener los conocimientos ancestrales, pues a ellos recurrieron durante los momentos de crisis.

Los seres humanos dependen de la tierra, no la tierra de los seres humanos”, dice Sara Omi al recordar por qué es importante cuidar de los recursos naturales. A través del plan de desarrollo integral de los pueblos indígenas de Panamá, en el periodo 2016-2021, la líder trabajó en impulsar políticas públicas que impacten en los territorios. Aumentar la participación de la mujer en estos espacios es otro de sus objetivos.

“La aspiración de las mujeres indígenas es estar en espacios de diálogo donde sus voces sean escuchadas, que se atienda su visión desde su perspectiva como mujeres indígenas”. Considera que las voces femeninas no son suficientemente escuchadas. Por un lado, hay que impulsar la participación de las mujeres en espacios de decisión y por el otro, conseguir que sean tomadas en cuenta, expresó.


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