Una tarde cualquiera de 2012, mientras trabajábamos desde una cafetería en la Ciudad de Panamá, una amiga nos lanzó una pregunta: “¿Por qué en Panamá no hay un evento masivo de yoga como los que hacen en Times Square o en Barcelona?”
Ella, sin saber, sembró la semilla de lo que hoy conocemos como Panamá Hace Yoga, el festival de yoga más importante del país.
Esa gran pregunta trajo consigo otras igual de importantes: ¿Quién puede dar una clase así? ¿Dónde se puede realizar?
A diferencia de ciudades como Nueva York, en Panamá el clima siempre es un factor a considerar: calor con lluvia o calor sin lluvia. Pensamos en la Cinta Costera, pero por el clima, el único horario viable era a las 6 a.m. Finalmente, optamos por el Parque Natural Metropolitano, un lugar rodeado de árboles y con espacios cerrados, perfecto para ofrecer no solo una clase, sino varias sesiones simultáneas.
Como profesora de yoga formada en el estilo ViniYoga, que promueve adaptar la postura al practicante y no lo contrario, no podía concebir una clase única y masiva. Todos somos diferentes, y nuestras necesidades físicas y emocionales también. Por eso, decidimos ofrecer distintos tipos de clases al mismo tiempo, pensando en que cada miembro de la familia —niños, embarazadas, adultos mayores— pudiera participar a su manera.
En aquella primera edición, el 17 de marzo de 2013, convocamos a todos los profesores que conocíamos y todos dijeron que sí con entusiasmo. Pensábamos que si llegaban 50 personas, ya sería un éxito. A las 9:15 a.m. ya habían entrado 100 personas. Ese día asistieron 300. Y al final, todos preguntaban cuándo sería el próximo. Ahí entendimos que el festival tenía vida propia.
Foto: Cortesía
El evento se celebró nuevamente en el Parque en 2014, pero al año siguiente nos pidieron amablemente no regresar, el Parque se nos había quedado pequeño. Así, en 2015 nos mudamos al Centro de Convenciones de Ciudad del Saber, donde se consolidó año tras año… hasta que la pandemia en 2020 nos obligó a pausar.
Volver a retomarlo nos tomó cuatro años. La pandemia, la maternidad de mi socia y cambios personales hicieron que postergáramos su regreso. Hasta que, una vez más, mis amigas me insistieron: “¡Tienen que hacerlo de nuevo!”. Les respondí: “Sí, pero me ayudan”.
Así fue como Yareli se unió a la organización, y más adelante Tarek, quien aportó con las charlas y talleres sobre estilo de vida. Su presencia trajo nuevas ideas, patrocinadores y energía al proyecto. Lo que comenzó con dos personas —Itzel y yo, ambas ingenieras—, se ha transformado en un equipo de cuatro que ha elevado el festival a nuevos niveles, con más estructura y profesionalismo, pero también más disfrute.
Hoy, Panamá Hace Yoga es más que un festival: es una comunidad. Te invitamos a vivir la experiencia este 17 y 18 de mayo en el Centro de Convenciones de Ciudad del Saber. ¡Nos vemos ahí!