Luis Sánchez y Nair Remón, llevan la pasión por el folklore panameño corriendo por sus venas desde muy temprana edad. Ambos forman parte del cuerpo de baile del ballet folklórico Ritmos y Raíces panameñas y han viajado por todo el mundo representando al país.
Luis, de 24 años, se adentró en el camino de las tradiciones panameñas a los seis años. “Mi abuela me preguntó que si quería bailar folklore, yo no estaba muy convencido, pero desde pequeño todo lo artístico me ha llamado la atención, así que le dije que sí. Comencé a bailar en un conjunto folklórico que ensayaba cerca de mi casa (...) es ahí donde puedo decir que aprendí a bailar, o mejor dicho, aprendí los pasos básicos y bailes tradicionales”, comentó.
Aunque no se sintió apasionado desde el primer momento, relata que, al involucrarse en diversas ferias del país junto a su conjunto y al aprender cada vez más sobre el baile y la cultura, comenzó a desarrollar lo que él describe como una casi “obsesión” por el folklore panameño. “Entonces, ya no solo bailaba, también hacía tembleques, buscaba tutoriales sobre confección de pollera, investigaba; así me fui empapando cada vez más. Recuerdo que no había una actividad en la escuela donde yo no me ofreciera a bailar, y a mis compañeros de salón los involucraba también y siempre estábamos bailando”.
Nair, de 31 años, se sintió atraída por la música tradicional y los bailes desde pequeña. Su mamá la llevaba a sus ensayos. “Me cuenta mi mamá que a eso de los dos o tres años yo le pedía que me pusiera la “pollella” y me ponía a bailar con música de Samy y Sandra”, confesó.
Nair Remón y Luis Sanchez. Foto: Alexander Arosemena
Entre pasos y bailes favoritos
El baile favorito de Luis es el punto. “Me encanta porque el punto santeño tiene una melodía suave y bonita, que a me hace sentir tranquilo, y al estar tranquilo, bailo como si estuviera en una nube. De los cuadros que hay en Ritmos y Raíces Panameñas, mi favorito es el Tinajero y Poncho porque es todo lo contrario al punto. Es rápido, fuerte y con mucha energía, que es el estilo que tiene el ballet”.
Nair dice que a ella le “encantan todos” los bailes, pero uno que le gusta mucho es el tambor norte santeño. “Es elegante y con solo escuchar a la cantalante y los tambores, se me eriza la piel”, este es un baile donde el hombre invita a la dama a bailar, ella hace despliegue de sus movimientos y, al escuchar el repique de los tambores, ambos se acercan a hacer reverencia a los tambores y realizan tres golpes, hacen caída, vuelta y seguidilla y se repite el mismo procesos con otra pareja.
Foto: Alexander Arosemena
El arte de saber vestir la indumentaria tradicional
Vestir la indumentaria típica panameña en toda la regla no es tarea fácil y, para un bailarín, que debe prepararse a profundidad menos. Luis confesó que durante su infancia y su adolescencia, su abuela lo preparaba y que fue aprendiendo conforme pasaba el tiempo y vivía nuevas experiencias. “Yo no le colocaba imperdibles a mis cebaderas, hasta que en una presentación me quedé pegado con las prendas de una de mis compañeras porque en un acercamiento sus prendas quedaron enganchas en mi cebadera. Ya estando en Ritmos y Raíces Panameñas aprendí nuevas cosas. El proceso del hombre es mucho más sencillo que el de la mujer, pero siempre siendo cuidados de mantener una buena imagen y que todo esté bien puesto y en orden”, detalló.
Nair, que debe empollerarse, aprendió de su mamá y sus compañeras. Al inicio le ayudaba su mamá, pero en la agrupación aprendió que todas “debemos saber arreglarnos”.
Foto: Alexander Arosemena
Desarrollo en el ámbito folklórico
Desde pequeño Luis partició en competencias de baile en Panamá. En sus últimos años de colegio fue el encargado del ballet folklórico de su escuela. Un reto que el define como “enorme”. “Para mí esta fue una de las oportunidades más bonitas porque fueron tres años en donde me di cuenta de mis capacidades y de cómo pude lograr que con cada año que pasaba el grupo fuera mejorando. También aprendí a arreglar empolleradas. Desde el maquillaje, colocación de prendas, tembleques etc. aprendí a hacer tembleques y estando en el colegio esa era una manera de generar dinero. Tuve la oportunidad de confeccionar varias cabezas de tembleques y lo bonito de esto es que, luego en ferias, desfiles u cualquier otra actividad folklórica, ves a estas chicas utilizando algo creado por ti y eso genera satisfacción”.
Luis resaltó que una de las cosas más bonitas que le han pasado ha sido el representar a Panamá internacionalmente. ”Recientemente tuve la oportunidad de viajar a una misión oficial en Qatar con otros tres compañeros para llevar nuestros bailes y vestuarios a esa parte del mundo”, declaró.
El caso de Nair es similar: ha representado a Panamá en más de 12 países en festivales grupales y ha participado en festivales en pareja en seis países. Desde los ocho años forma parte de Ritmos y Raíces Panameñas y trabaja como asistente de folklore en dos colegios.
Foto: Alexander Arosemena
‘El alma que identifica los pueblos’
Ambos jóvenes consideran crucial que se le inculquen las tradiciones panameñas a las nuevas generaciones. Nair comenta que esto es fundamental para que no se pierda la esencia de Panamá. Luis, por su parte, afirma que es importante ya que “si perdemos nuestra identidad, nuestra esencia como país, seríamos una juventud perdida”.
¿A los jóvenes les interesa?
Las opiniones son divididas, Nair considera que “hay mucha juventud interesada pero no son mayoría” y Luis comentó que “en los últimos 5 años se ha notado mayor interés en los jóvenes por nuestro folkloré. No solamente en el baile. Ahora hay muchísimos artesanos jóvenes, cantantes de tamborito y música popular, músicos, y chicos y chicas dedicados al arreglo”.

