Si me hubieran preguntado hace tres años si me veía como escritora en alguna feria del libro fuera de mi país, sinceramente, les hubiese dicho que no.

Hace tres años emprendí mi viaje como escritora sin darme cuenta del hermoso camino que me deparaba el compartir y hacer públicos mis escritos.

Por años escribí solo para mí. Mis versos los plasmaba en papel y ahí quedaban solo para leerlos yo cuando me acordaba. En el momento sentía la necesidad de escribir lo que en mi mente saltaba como pensamientos hechos versos. A veces de amor, otras de tristeza. Algunas veces de impotencia por algún tema social que me incomodara.

Después de tres años y de haber sacado dos publicaciones: Conexión, poemas que te conectan con Dios, el amor y la vida en 2020 y el poemario Inmersión, un viaje al ser en 2022; de haberme presentado en varios eventos como poeta y de haber estado en la Feria del Libro de Panamá en 2023, la Sociedad de Escritores Unidos (SEU) me invitó a participar en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBO).

Mi primer pensamiento fue “pero, ¿quién me conoce en Bogotá, si todavía no soy muy conocida en mi propio país? ¿Quién comprará mis libros, si no soy famosa? Llegaron dudas sobre si aceptar o no esta oportunidad, que también incluía una inversión de hospedaje, alimentación y todo lo que se incurre en cualquier viaje, además de los libros que tenía que llevar.

Mi esposo Julio me animó a no desaprovechar esta oportunidad. Que sin importar los resultados, siempre sería ganancia por lo vivido.

Acepté este reto porque sí, lo era para mí, y comencé a tocar puertas para pedir patrocinio. La primera que se abrió fue la de la Universidad del Arte Ganexa. El profesor Ricaurte Martínez enseguida me dijo que contaba con el apoyo y así fue. Mientras otras muchas puertas se cerraron, esta se abrió y para mí fue una señal. Con el apoyo de mi familia y de una donación de pasteles de plátano y carne por parte de la empresa Jazz Café, lo cual se tradujo en una gran venta, pude completar para asistir a estaferia, mi primera fuera de mi Panamá. Por esto, a mis amigos del grupo musical colonense Kaomi, les dije: “¡Sigan vendiendo pan bon, que si yo me fui a punta de pastel de plátano y carne, ustedes se irán a su gira también!”.

Llegó el día del viaje y, unos minutos antes de que el avión despegara, recibí la llamada de Claudia Moreno, agregada comercial la embajada de Panamá en Colombia, confirmando que había recibido mi correo y que con gusto me recibirían en la embajada. Al llegar a Bogotá recibí la llamada de la embajadora Liliana Fernández, quien me daba la bienvenida.

El día esperado había llegado. Hasta la feria para verme había llegado una amiga a quien tenía 24 años sin ver y que vive en Bogota, mi querida Dianita, personal de la embajada y medios de comunicación para entrevistarme. Fue un momento mágico. Firmé libros y vendí todos los que me había llevado. Fue increíble.

Me llevo de esta feria no solo la experiencia vivida, los hermosos lugares culturales e históricos que pude visitar en Bogotá, sino también los nuevos amigos que ahora tengo y personas con las que seguro haré proyectos futuros. Además, surgieron invitaciones para la Feria del Libro en el Quindío, Armenia, así como de otras librerías interesadas en mis publicaciones.

Llegué con muchas nuevas ideas para impulsar en Panamá. Soy apenas una escritora emergente y tengo mucho que seguir aprendiendo... ¡pero de lo que aprenda, compartiré!

Cada nueva oportunidad, es un camino lleno de experiencias

Desde el stand 331 de Dushi Books y Proyectos Sin Límites, en la Feria Internacional del Libro de Bogotá.


* Los poemarios de Ginnie Haskins están disponibles en la librería la Casa del Escritor (en la Ciudad de las Artes), supermercado Riba Smith, Librería Panamá Viejo y en Amazon. Su cuenta de Instagram es @ginniehb.

* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.

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