La empatía es lo que sentimos cuando intentamos comprender el mundo desde la perspectiva de otra persona.

Uno de los conceptos erróneos más comunes sobre la empatía es que es necesario haber vivido lo que la otra persona ha experimentado para comprenderla.

Simplemente tener las mismas experiencias que otra persona no es suficiente para comprenderlas. Dos personas pueden enfrentar los mismos desafíos o dificultades, pero responder de maneras completamente diferentes. Tus experiencias son únicas para ti y nadie más puede saber cómo te sientes, incluso si han estado usando tus zapatos. La única forma de entender cómo se siente alguien es escucharlo, sin asumir que siente lo mismo que tú en esa situación.

Entonces, pensemos en la empatía de una manera diferente.

Imaginemos que cada bebé nace sosteniendo un marco de madera que contiene un panel de vidrio. Siempre que miran algo en el mundo, lo hacen a través de este cristal.

El cristal no está del todo claro cuando lo reciben. Está ligeramente deformado y descolorido, y éstas son las marcas de su genética y biología. Esto significa que cada uno tiene un cristal diferente a través del cual ver el mundo. Y este cristal se vuelve más marcado a medida que cada uno de nosotros avanza por nuestra vida. Cada experiencia, buena o mala, cambia el cristal. Se deforma, raya y mancha. Algunas partes pueden estar teñidas de diferentes colores, como las ventanas de las iglesias. Y así nuestra visión del mundo cambia a medida que el cristal cambia con el tiempo.

No vemos el mundo como realmente existe. Más bien vemos el mundo a través de un filtro creado por nuestra biología y experiencias de vida.

Marco de referencia

Los consejeros suelen hablar de mirar a través del marco de referencia del cliente. El cristal en el marco de madera es su marco de referencia.

Para ser un buen oyente, debes pararte al lado del orador e intentar mirar el mundo a través de su cristal.

No digas: “Lamento que tu vaso esté rayado”. Eso sería simpatía, algo que no es malo en sí mismo, pero que no ayuda a escuchar. Simpatía significa que sientes lástima por la otra persona y quieres reducir su sufrimiento. Esto es amable, pero no significa que comprendas sus necesidades, sentimientos y experiencias. Puedes sentir lástima por alguien sin siquiera escucharlo.

No intentes limpiar el cristal ni arreglar los rayones. Eso podría ayudarles a ver con mayor claridad, pero sería como intentar hacer desaparecer algunas de sus experiencias de vida o cambiar quiénes son como personas. Se ganaron cada una de las marcas en sus vasos a lo largo de la vida que vivieron, y nadie tiene derecho a quitárselas.

Pero no ignores las marcas en el cristal. Haga preguntas sobre este rasguño y esa mancha y esas manchas coloridas, luego escuche las respuestas sin aprovechar la oportunidad de contarles sobre sus propios rasguños y manchas. Esto puede resultar difícil porque nos encanta hablar de nosotros mismos . Así que sé consciente de esta tentación y recuerda centrarte en la otra persona cada vez que sientas la necesidad de compartir.

Imagínese que está hablando con alguien a quien le aterroriza hacer presentaciones. Puede que no sea útil sentir simpatía (“Lo siento por ti”) o compartir tus propias experiencias (“Yo también estaba nervioso”) o apresurarte a encontrar soluciones (“imagina que tu audiencia está desnuda”). En su lugar, intente hacer preguntas sobre su experiencia al hablar en público y escuche las respuestas.

Podrías preguntar qué pensamientos pasan por sus cabezas durante las presentaciones y dónde comenzaron esos pensamientos y sentimientos. Esto puede ayudarle a encontrar el rasguño que está cambiando su visión del mundo. Por ejemplo, su vaso podría haber sido rayado cuando fueron acosados en la escuela y mirar el mundo a través de este trozo de vidrio rayado significa que lo ven lleno de personas que se reirán de ellos si cometen un error.

Usar la empatía al tratar de comprender genuinamente a la otra persona significa que sus habilidades para escuchar también la ayudan a comprenderse mejor a sí misma. Y la comprensión es el primer paso para hacerse cargo de sus propios problemas y encontrar sus propias soluciones.

Aprendiendo a escuchar

A medida que practiques el intento de ver el mundo a través del marco de referencia de la persona que está hablando, descubrirás que es menos probable que malinterpretes, que te apresures a dar consejos y que te conectes en un nivel más profundo.

Así es como los consejeros construyen una relación terapéutica.

Sabrá cuándo está estableciendo una buena relación escuchando porque comenzará a querer genuinamente escuchar y comprender a esa persona. Dejarás de querer interrumpir con tus propios pensamientos. Dejarás de intentar llevar la conversación en una dirección determinada para hablar sobre tus propios intereses o servir a tu propia agenda. Dejarás de distraerte con las cosas que te rodean o con tu voz interna.

En cambio, se sumergirá en el mundo que comparte el hablante. Y así es como se puede ser un buen oyente.