La revista People ha dado su nuevo veredicto: Jonathan Bailey es el hombre más sexy del mundo en 2025. Y sí, es guapo, encantador y talentoso. Pero también es una oportunidad perfecta para mirar —con algo de ironía y un poco de suspicacia— cómo funcionan estos rituales anuales donde se nos invita a aplaudir la belleza, pero rara vez a cuestionarla.

Cada año revela la estética de la época, occidental por supuesto. El tipo de hombre que el mundo, o al menos la revista People, decide que es el modelo de ideal de turno.

El hombre del año (y de la lista)

Bailey, actor británico de 37 años, es conocido por su papel como el apuesto Anthony Bridgerton en Netflix y por su actuación en Wicked. Tiene un encanto elegante, ese aire clásico con mirada amable y sonrisa con luz de estudio. También, por primera vez, el “hombre más sexy” es abiertamente gay. Además, viene de un año movido en pantalla grande con su participación en la nueva entrega jurásica.

Y sin embargo, ahí sigue la misma idea de fondo: un cuerpo, un rostro, un carisma elevados al estatus de “más deseable del planeta”.

¿Yo el más sexy? Es una broma

La lista nació en los 80, cuando People empezó a coronar al Sexiest Man Alive como parte de su estrategia editorial. Desde entonces han pasado por esa portada Mel Gibson, Brad Pitt, George Clooney, Idris Elba, Michael B. Jordan y compañía: cada uno, el ideal de su momento.

Pero no faltan las bromas. Cada año, el ganador se apresura a decir algo ingenioso, como si la modestia fuera parte de un contrato. Paul Rudd, cuando le tocó en 2021, bromeó que por fin lo invitarían “a esas cenas sexis con Clooney y Pitt, y ojalá a algunos yates”. Patrick Dempsey dijo que el título era “bueno para el ego, pero no hay que tomárselo muy en serio”, y John Krasinski, el más reciente, aseguró que solo le serviría para que su esposa le dejara lavar los platos con más entusiasmo. Todos se ríen antes de que los demás lo hagan. El sexy puede serlo, pero sin parecer que se lo cree demasiado.

Es fácil reírse de la frivolidad, pero detrás hay algo más profundo: la necesidad de ponerle cara al deseo. Un deseo moldeado por marketing, estereotipos y por un estilo de vida donde verse bien es casi una profesión.

Dato al margen: el espejo “femenino” no es equivalente. Esquire dejó de nombrar Sexiest Woman Alive en 2015; People mantiene otra franquicia —The Beautiful Issue— que juega a algo distinto (la “más bella” como idea amplia), pero ya no existe un “título” femenino paralelo y vigente al Sexiest Man Alive.

El privilegio pretty (bonito)

Hay un privilegio del cual no se habla tanto como del económico o el del color de la piel: el privilegio de ser bonito. Ser guapo abre puertas, suaviza juicios y es la clave en el ‘como te ven te tratan’. Es bastante obvio en las entrevistas de trabajo, en los medios, en las redes. Vivimos enamorados del clean look: piel pulcra, ceja en orden, camisa que no conoce la arruga. En ese mundo, el atractivo físico es moneda social. Poder también.

¿Quién es este sexy?

Bailey no aterrizó en la portada solo con su bonita cara. Empezó a actuar siendo niño (West End y Royal Shakespeare Company) y ha hablado con honestidad de su proceso personal como hombre gay. Hoy usa parte de ese brillo para algo más: es padrino de Just Like Us, organización que trabaja inclusión LGBT+ en escuelas del Reino Unido y en 2024 lanzó The Shameless Fund, una iniciativa propia que canaliza colaboraciones con marcas para financiar organizaciones LGBTQ+.

Jonathan Bailey como “hombre más sexy del mundo en 2025” es, si se quiere, la unión de talento, visibilidad, activismo y guapura. Pero también es recordatorio de que estas listas funcionan dentro de un sistema de privilegios, estéticas y modelos sociales.