Hace seis años esta revista me abrió una puerta muy especial: aquí se publicó mi primera entrevista en octubre de 2019, Mi diario del cáncer por WhatsApp, realizada por la periodista Solangel Hurtado. En aquel entonces yo estaba en pleno tratamiento, escribiendo y compartiendo lo que vivía día a día.

Puertas que se abren en la adversidad

Mi portada de la entrevista para la sección Entre Nos de la edición impresa de Revista ELLAS de octubre de 2019.

Hoy, regresar a estas páginas me llena de mucha emoción porque lo que comenzó como algo íntimo se ha transformado en símbolos que siguen marcando mi vida: mi primer libro, Te ofrezco mis puertas, escrito durante la quimioterapia, y las pañoletas que utilicé durante ese período.

Puertas que se abren en la adversidad

Posando con el libro 'Te ofrezco mis puertas' donde se notan el paso de los seis años.

Al caerse mi cabello, las pelucas me daban mucho calor. Busqué alternativas y descubrí las pañoletas para quimioterapia. Eran suaves, frescas, fáciles de usar y venían en muchos colores y diseños. Muy pronto dejaron de ser un simple accesorio: se transformaron en una especie de armadura cotidiana.

Las combinaba con aretes grandes y con ropa de colores vivos. Incluso inspiraron la creación de diseños especiales que llegaron a presentarse en un desfile de moda con sobrevivientes de cáncer. Las pañoletas me devolvieron seguridad.

Puertas que se abren en la adversidad

Cuando mi cabello comenzó a crecer en 2020, las guardé en una caja muy linda. Alguien me sugirió donarlas al Oncológico, pero no pude. Habían sido testigos de tantas batallas y de tantas puertas abiertas en mi proceso que era imposible desprenderme de ellas. Con el tiempo, de manera natural, empecé a prestarlas a otras mujeres que vivían su propia travesía contra el cáncer.

Por eso, hoy son para mí mucho más que un recuerdo: representan la fuerza de no rendirse.

Durante mi tratamiento aprendí que Dios no nos manda nada malo, porque es un Dios de amor. La diferencia está en cómo elegimos vivir lo que nos toca: solos o tomados de su mano. Tanto el libro como las pañoletas son los recuerdos tangibles de aquella puerta inesperada que llegó a mi vida y que, seis años después, siguen abriéndome nuevas puertas hacia mujeres que inician sus procesos.

Regresar a esta revista, seis años después de aquella primera entrevista, me llena de mucha felicidad porque confirma que detrás de cada puerta que he abierto siempre ha estado Dios.