A la consulta de la doctora chiricana, Karel Guevara, llegan a veces mujeres que buscan una solución para manejar todas las responsabilidades que tienen en su vida. Pero lo que les muestra, desde la psicoterapia, es que la clave no es poder con todo y que muchas veces la solución es soltar.
“Imagina que estás en un bufé de comida y colocas en tu plato arroz, ensalada, proteína… pero al avanzar ves un suflé de zapallo que también quieres probar, y ves algo más, y sigues llenando el plato, aunque está a punto de derramarse. Así mismo, vamos agregando responsabilidades, obligaciones, proyectos sin darnos cuenta de que tenemos que quitar cosas de nuestro plato. Al soltar, ganamos", dice la psicóloga clínica y especialista en neuropsicología.
Ella utiliza analogías para explicarle a sus pacientes, y con la intención de llevar a más personas herramientas para su salud mental escribió el libro Ir a psicoterapia es genial, que está de venta en Amazon y el Hospital Chiriquí, donde ella trabaja.
En esta entrevista explica a quién va dirigido el libro, los temas que más están afectando a las mujeres panameñas en consulta y el valor de poner límites sin culpa.
¿Hubo algo que observaba en consulta que la llevó a escribir este libro?
Desde la práctica clínica empecé a ver que muy pocas personas llegan a terapia de forma preventiva. Casi siempre se espera a que aparezca un síntoma o que una situación nos desborde para buscar ayuda. Esto pasa tanto en salud física como en salud mental, pero sigue existiendo un estigma más fuerte con esta última. Hay quienes todavía piensan que ir a terapia es signo de debilidad, o que los trastornos mentales tienen que ver con falta de voluntad. Y eso no es cierto.
Por eso quise escribir este libro, para aportar a la eliminación del estigma, y también porque creo profundamente en el valor preventivo de la psicoterapia. Yo misma comencé mi proceso terapéutico en un momento muy bueno de mi vida. Sentí que era el momento ideal para trabajar cosas que creía resueltas pero que todavía necesitaban ser procesadas.
Además, el libro está escrito en primera persona porque quiero dar ese ejemplo: soy psicóloga, tengo títulos, tengo experiencia clínica, y aun así voy a terapia. No porque tenga un diagnóstico, sino porque es parte de mi autocuidado emocional.
¿Estaba pensando en algún tipo de paciente o lectora específica al escribirlo?
El libro es para todos, pero especialmente está dirigido a personas que nunca han ido a terapia, que tienen dudas, que sienten miedo o que no saben qué esperar de una primera sesión. Nuestro cerebro teme lo desconocido, se activa el sistema de amenaza. Por eso explico paso a paso qué ocurre en una consulta, cómo saber cuándo terminar un proceso terapéutico y cómo se siente avanzar.
La idea es que quien lo lea, diga: “Ah, esto no es tan extraño” y se anime a dar el paso. Porque la terapia no es para siempre, pero sí deja herramientas que uno puede usar toda la vida.
En la consulta, ¿cuáles son los temas que más están afectando a las mujeres panameñas hoy?
Las mujeres suelen ser quienes más buscan apoyo emocional en Panamá, como ocurre en casi toda América Latina. Y hay una razón científica y social para eso. También tiene que ver con que hemos sido educadas para hablar de nuestras emociones.
Veo muchos casos de ansiedad, trastornos del estado de ánimo, depresión y también de trastornos obsesivos compulsivos. Pero además hay un fenómeno muy fuerte: mujeres profesionales, independientes económicamente, que están atrapadas en relaciones afectivas que no son sanas. Es una forma de dependencia emocional. No llegan diciendo “tengo una dependencia”, llegan diciendo “tengo ansiedad”. Pero al explorar, vemos que el malestar viene de relaciones donde no se sienten respetadas ni seguras.
¿Y no cree que esa presión también viene de una serie de expectativas sociales muy exigentes para las mujeres hoy?
Totalmente. Como les digo a mis pacientes, no existe el equilibrio perfecto. Lo que sí existe es el balance, que se construye eligiendo qué sí y qué no entra en nuestro “plato”. Y para eso necesitamos aprender a soltar cosas. No todo cabe. Y soltar no es una pérdida, es una elección.
Usted habla también de establecer límites saludables como una de las herramientas más importantes que enseña. ¿Cómo se ve eso en la práctica?
Establecer límites es un arte. Es una forma de comunicación. Muchas veces tememos poner límites porque pensamos que eso nos hará ver como poco colaboradoras o ingratas. Pero cuando decimos que sí a todo, muchas veces quien responde no es la mujer adulta que somos hoy, sino la niña herida que contantemente estaba en busca de aprobación.
Una frase clave que enseño a las pacientes es usar el “me gustaría”. Por ejemplo: “Me gustaría que me ayudaras con esto”. Ahí hay una necesidad expresada con respeto, pero sin culpa. Además, explico algo muy revelador: toda persona que se molesta cuando le pones un límite, es alguien que se beneficiaba de tu falta de límites.
¿Y qué pasa cuando la mujer empieza su proceso, pero su pareja no quiere ir a terapia o se resiste?
Lo primero que digo es que nadie va obligado a ningún sitio. Si queremos que nuestra pareja considere ir a terapia, no se logra con presión ni con una cantaleta, como decimos en Panamá. Lo que sí funciona es que ellos vean el cambio en nosotras. Cuando una mujer empieza a cuidarse, a hablar distinto, a establecer límites, eso se nota. Esos cambios de conducta son la mejor invitación.
Y sí, hay casos donde los hombres son receptivos y van. Pero no es lo común. Otro caso muy distinto es cuando en la relación de pareja hay violencia, eso ya no es un tema de terapia de pareja. Ahí se requiere un abordaje especializado. En esos casos, derivo la consulta porque se requiere otro tipo de atención.
'Ir a psicoterapia es genial' es el segundo libro de la psicóloga clínica Karel Guevara.
El título del libro es directo y positivo: Ir a psicoterapia es genial. ¿Tuvo dudas al ponerle ese nombre? ¿Cómo lo han recibido sus colegas?
Claro que tuve dudas, porque es un título poco convencional. Pero no lo escribí para mis colegas, lo escribí para el público en general. Y decidí que quería un lenguaje cercano, que conectara. El título es una invitación. Y justo debajo tiene una pregunta: “¿Cuánto vale tu paz mental?” Esa es la verdadera reflexión.
Todos, en algún momento, suspiramos y pensamos: “necesito paz”. Eso es salud mental. Pero si lo decimos con esas palabras, suena más lejano. Paz mental es más cercano. Todos la buscamos.
¿Ya está pensando en un próximo libro?
Sí, ya está sembrada la semilla. Quiero escribir sobre neurociencia aplicada a la vida cotidiana de la mujer, especialmente de la mujer profesional, que vive con la agenda llena, sobrecargada. Todavía no tengo el título definitivo, pero sí la idea clara: seguir aportando herramientas desde la psicología y la neurobiología, con propósito y con cercanía.


