El salario constituye una contraprestación a las funciones que desempeñamos al trabajar para alguien, ya sea una persona natural o jurídica, y debe ser acorde con las responsabilidades, esfuerzos, preparación, destreza, entre otras consideraciones.

Lamentablemente, en ciertos lugares y situaciones, no se sigue este enfoque. Más bien, las decisiones salariales se toman basándose en preferencias personales, como la afinidad interpersonal, conexiones con altos mandos, consideraciones políticas o simplemente la oportunidad del momento. Se da prioridad a estas razones en lugar de valorar el profesionalismo y el mérito demostrado.

En términos sencillos, un entorno laboral se considerará profesional cuando se evalúe el salario en función de una escala salarial estándar. Es decir, al estudiar el salario conforme al mercado actual, se brinda espacio para el desarrollo del capital humano dentro de la empresa. Esto evita otorgar ajustes salariales máximos impulsados por caprichos, ya que, al final, no benefician al trabajador, sino que le imponen un límite equivalente a un “techo”.

Esta práctica se observa en diversos sectores laborales, tanto en empresas privadas como en el gobierno, siendo una mala costumbre originada por individualismo y falta de dirección estratégica y organizativa.

Los ajustes salariales adecuadamente gestionados y medidos resultarán gratificantes tanto para quienes los otorgan como para quienes los reciben. Sin embargo, si se utilizan como premios basados en amistades, clientelismo o de manera excesiva, se convierten en un reflejo de pobreza intelectual y de miseria.

Personalmente, provengo de una institución donde aprendí sobre el establecimiento de escalas salariales, la planificación de sucesiones para puestos clave, la implementación de capacitación planificada y justa, y la retención basada en el mérito por esfuerzo, entre otros aspectos. En el área de Recursos Humanos, es enriquecedor encontrarse en un entorno laboral donde se pueda contribuir al crecimiento de las personas, porque la valía de las personas merece ser reconocida.

Al cultivar este enfoque entre los jóvenes que inician su trayectoria laboral, desde la escuela, trabajamos con convicción y valores, erradicando así estas malas prácticas.

Aspiro a que las escuelas enseñen más valores a los jóvenes para que enfrenten situaciones en el mundo laboral con fortaleza mental, evitando caer en el juego del “ahora lo que me conviene y el individualismo puro”.

Es esencial pensar a largo plazo, ya que recibir ajustes salariales sin medición alguna no promoverá el crecimiento personal, ya que no se tendrá en cuenta la capacidad, preparación, estudios y experiencia del individuo y del puesto en cuestión. He presenciado casos donde cargos administrativos reciben salarios superiores a los profesionales de áreas como Ingeniería, Derecho, Periodismo, Contabilidad, entre otros.

No obstante, no menosprecio la importancia de las posiciones administrativas; simplemente abogo por una evaluación realista, considerando el alcance y los riesgos inherentes a cada puesto.

Cuando ingreses a un nuevo entorno laboral, es crucial estar atento a su cultura, afinar los sentidos y asegurarte de que esta satisfaga tus aspiraciones de superación y crecimiento. Si no es así, considera buscar lugares que promuevan un ambiente laboral saludable y que reconozcan y motiven el mérito, facilitando así tu desarrollo profesional.

* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.

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