En Panamá, el VIH sigue siendo una deuda pendiente de salud pública. A pesar de los avances en el acceso a tratamientos antirretrovirales, un nuevo estudio revela que la mayoría de las muertes asociadas al virus ocurre antes de los 40 años.

Los resultados forman parte del informe “Características sociodemográficas y clínico-epidemiológicas relacionadas al diagnóstico y mortalidad por VIH en Panamá (enero 2021 - marzo 2022)”, elaborado por la Fundación Planta de Generación de Energía Social con el apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), IntraHealth International y el Ministerio de Salud (MINSA). El estudio fue presentado en la ciudad de Panamá el 30 de octubre, en un acto que reunió a especialistas en salud pública y representantes de organismos internacionales.

La investigación —que se desarrolló en el Hospital Santo Tomás, el Hospital Nicolás Solano, la Región de Colón, el Centro de Salud Torrijos Carter, la Región de Chiriquí y la Comarca Ngäbe-Buglé (San Félix y Pueblo Nuevo)— tuvo como objetivo analizar las características sociodemográficas, clínicas y epidemiológicas asociadas a la enfermedad avanzada y la mortalidad por VIH en Panamá, e identificar los factores que inciden en el diagnóstico tardío, la adherencia al tratamiento y las desigualdades estructurales que agravan el impacto del virus.

Este estudio busca servir como base para políticas públicas más inclusivas y sostenibles, que permitan salvar vidas y reducir las desigualdades que hoy marcan la diferencia entre vivir o morir con VIH en Panamá, según se destacó en la presentación del estudio que contó con la dra. Amanda Gabster como investigadora principal.

Uno de los principales hallazgos es que la mayoría de las muertes relacionadas con el VIH ocurren en personas menores de 40 años, especialmente entre los 20 y 34 años.

Persiste el acceso desigual al diagnóstico y al tratamiento a tiempo

Aunque 79 % de los expedientes analizados correspondía a hombres, entre las mujeres analizadas —que representaban el 21 % del total— un 41 % estaba embarazada al momento del diagnóstico o ingreso a control. Esto indica que muchas descubren su condición solo cuando buscan atención prenatal, un signo de las brechas que persisten en la detección temprana del VIH en mujeres jóvenes.

El estudio documenta que el 72 % de las personas inició el tratamiento antirretroviral más de siete días después del diagnóstico, una demora que reduce las probabilidades de supervivencia y aumenta el riesgo de transmisión. Además, la investigación advierte sobre barreras estructurales que dificultan la atención: interrupciones en el suministro de medicamentos, transporte limitado, falta de pruebas rápidas y estigma social.

Si bien el informe recoge datos en regiones comarcales como la Ngäbe-Buglé, los obstáculos afectan también a personas jóvenes de zonas urbanas y rurales con condiciones económicas precarias o sin acceso regular al sistema de salud.

“El VIH no discrimina por origen ni por territorio, pero las condiciones sociales sí determinan quién recibe atención a tiempo y quién no”, explica la investigadora principal, Amanda Gabster, PhD.

Garantizar el acceso y comprender las diferencias culturales

El estudio confirma la urgencia de reforzar la atención prenatal como puerta de entrada al diagnóstico temprano, especialmente para jóvenes. También recomienda mejorar la adherencia al tratamiento mediante programas de acompañamiento culturalmente adaptados, capacitar al personal de salud en atención con perspectiva de género e interculturalidad, y garantizar la continuidad del suministro de medicamentos.

Más que un retrato estadístico, este estudio es un llamado a fortalecer el sistema de salud con enfoque de equidad. El VIH en Panamá tiene rostro joven y femenino. Pero no tiene una sola cara, ni una sola procedencia: refleja las desigualdades que atraviesan toda la sociedad.