En esta ocasión quise escribir una carta que representa los sentimientos de muchas personas y los míos propios. No descansaré en mi convicción de que es importante reinventarse y mantener la esperanza, incluso en medio de las dificultades que se viven en nuestro amado Panamá.

Carta de un desempleado

Si me llamas para una entrevista, no me ofrezcas menos de lo que merezco. Mi experiencia y mis ganas de trabajar lo justifican.

Si aplico a tu vacante y no califico, ten la cortesía de responder a mi solicitud. Quien pregunta merece una respuesta.

Si estoy desesperado por trabajar, es porque tengo necesidades básicas, al igual que tú. Por favor, no me juzgues ni me digas que lo tome con tranquilidad, las cuentas no esperan.

Si me ves un poco cabizbajo porque las cosas no van a mi favor, no te fijes en mi expresión facial, es simplemente porque las esperanzas aún no se han materializado.

Si consideras que mi perfil es excesivo para la vacante a la que aplico, por favor no dudes en llamarme. La necesidad nos lleva a ser creativos y humildes para llevar el sustento a casa, por eso aplico, aunque puedas pensar que estoy sobrecalificado.

Cuando veas una brecha en mi historial laboral, no es porque no haya querido adquirir más experiencia trabajando nuevamente, sino porque la oportunidad no se ha presentado y me encuentro en un punto muerto.

A ti, reclutador, si el salario que ofreces es considerablemente menor de lo que busco, por favor, ofréceme empleo al menos a tiempo parcial. La necesidad no espera.

Si aplico y te digo que carezco de alguna competencia necesaria para el puesto que estás buscando, pero aún así aplico, por favor, revísalo detenidamente y no me hagas llegar a la entrevista si no tengo oportunidad real. Mi tiempo y mis ganas de progresar también son valiosos.

A ti, contacto que pensaba que lo eras, amigo o compañero, si te encuentras en una buena posición y te pido que me recomiendes, por favor, no me dejes esperando una respuesta. La amistad y la solidaridad se demuestran en momentos como este, ya que la vida es una ruleta rusa; hoy puedes estar arriba y mañana abajo.

A ti, mi confidente, mi pensamiento, mi mente, te pido que no me traiciones. Mantén la esperanza y busca oportunidades, ya que el constante intento me causa angustia.

Deseo avanzar y seguir creyendo que el mundo aún es un lugar bueno.

* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.

* Suscríbete aquí al newsletter de tu revista Ellas y recíbelo todos los viernes.