Tras graduarse de la universidad y tener su primer trabajo, Luis* logró invertir en su primer apartamento. Era el año 2009. Siempre vivió alquilado junto a su mamá, así que una de las metas principales de su vida era poder comprar una vivienda propia.
Como era su primera vez, no tenía muchas expectativas. Sí quería un apartamento ubicado en un área céntrica, cerca del parque Omar, que tuviera balcón -”que uno no se sintiera tan encerrado”- y que tuviera área social con piscina.
En 2011 le entregaron las llaves de su primer apartamento. Era pequeño pero tenía lo mínimo necesario para él en ese momento.
Años más tarde, Luis* se casó y tuvo un niño. Su vida cambió y así su mentalidad. “Siempre pensé que iba a estar cómodo viviendo en el centro de la ciudad, en un apartamento, nunca sentí la necesidad de tener una casa”, comenta. De hecho, luego de comprarse su primera vivienda, llegó a pensar en adquirir a futuro una casa de playa donde pudiera acudir los fines de semana.
Un día, junto a su esposa manejando en el carro, vió una publicidad sobre residencias en Panamá Oeste. Un fin de semana se trasladaron hasta esa área para visitar los proyectos. A él le encantó. Una casa con patio, entre la naturaleza, en la que pudiera salir a caminar en la acera, jugar a la pelota, o sacar al perro a pasear, era un mejor ambiente para que creciera su niño. “Es una experiencia mucho más enriquecedora que crecer dentro de un edificio”.
Eligió una casa ubicada en una esquina, con más espacio alrededor para poder agrandar o construir en un futuro. Antes de comprar esta vivienda evaluó ciertos detalles: la calidad de los grifos y cerraduras, el acabado de los closets, los baños, los mosaicos, etc. Su esposa pedía que tuviera walking clóset.
Antes de adquirir esta nueva vivienda, Luis* investigó a la promotora, dato que no evaluó al comprar su primer apartamento. Esta es la recomendación que hace a las personas que van a comprar una vivienda: investigar el historial de la promotora, ver otros proyectos que han entregado y, si es posible, conversar con algún propietario.
Él está encantado viviendo en una casa a las afueras de la ciudad. Trabaja remoto. Su esposa, en cambio, labora en la capital por lo que aún extraña la vida citadina.
¡Listo para construir tu propia historia!
*Se cambió el nombre para preservar su identidad.

