Todos admiran una actitud positiva ante las situaciones, sobretodo cuando son temas apremiantes que amenazan la comodidad con la que hemos llevado las cosas hasta ese momento.

A pesar de ser una persona positiva, también he tenido muchos miedos. Eso no nos hace menos valientes, al contrario, ese mismo sentimiento es el que nos lleva a buscar una solución. Sin embargo, no hay que dejarlo correr demasiado porque puede al final invadirnos.

Creo que el secreto está en que tenemos que hacer la combinación perfecta y ser algo impulsivos y atreverse. Eso no significa que antes de dar cualquier paso, debemos de tener toda la información para estudiar las alternativas, pero no todo el tiempo tenemos el control. Por ejemplo: cuando decidimos cambiar de trabajo después de varios años de estar en esa compañía que amamos, en la que el trabajo lo hacemos con los ojos cerrados, pero ya sentimos que necesitamos algo más; y entonces, ¡pum! Nos sale una oferta completamente diferente, en la que incluso puede ser hasta un reto mental, compitiendo con gente que es más joven que nosotros.

En ese momento, nos embarga un temor en el que tenemos que decidir: ¿me quedo o me voy?, ¿me arriesgo? Puede ser que las cosas salgan maravillosamente, como también que en 6 meses nos digan, ¡ciao, goodbye! y ¿qué pasó? Nos quedamos sin trabajo, pero no sin las capacidades que tenemos que hacen la distinción de quienes somos. No es fácil quedarse sin trabajo, pero tampoco es el fin del mundo. Siempre, podemos inventarnos algo para salir adelante…

Yo también he tenido muchos miedos, algunos que prevalecen, pero trato de combatirlos todos los días, pues no soy infalible.

Hoy, quiero dedicarle esta columna a los miedos que sentí y los que siento, para que vean que somos iguales, reales, con virtudes, pero también con muchos defectos. Y que esos miedos que sienten hoy, pueden ser la motivación de muchos cambios en el futuro.

Mi primer miedo cuando recibí la noticia, fue sentirme vulnerable. ¿Qué haría con mi trabajo? ¿Cómo manejaría los cambios? ¿Cómo me mirarán? ¿Cómo voy a hacer después de haber sido protagonista, pasar a segundo plano? Lo primero que hice fue no meterle mucha mente a todo. Mi hermana Gissi comenzó a pilar todo lo que pudo sobre el tema, pues tenía varias compañeras que ya habían pasado por lo mismo. Le sacó fotocopia a un libro que le entregaron que indicaba el protocolo completo y donde ella registraba, semana a semana, cada uno de los cambios que sentía. Abrí las dos primeras páginas y nunca mas lo leí. No porque no valorara su esfuerzo, sino porque yo sentía que cada una tenía que manejar su proceso en su tiempo; al final, todos los cuerpos son diferentes, no necesariamente a mi me iría igual.

Lo siguiente que hice, fue ir contando todo. Decidí mantener mi protagonismo, a mi forma y en mi estilo. En la oficina, cada cosa que me iba a pasar la decía por adelantado, cuestión de que cuando sucediera, ya la gente no se sorprendería. Les mentiría si les dijera que de vez en cuando, no me echaba una lloradita, pero trataba de que eso no me tumbara.

Yo creía que lo más difícil, sería cuando el cabello se cayera y sí fue; pero no lo más duro. Cuando fueron pasando las semanas, y me quedé sin cejas ni pestañas, allí fue donde más mi YO se resintió. Pues todas las mañanas, sentía que era como una muñeca de paquín, en la que tenía que dibujar cada una de mis facciones. Sin embargo, nunca me escondí. Cada fase que iba viviendo, levantaba la cabeza lo más alto que podía y seguía. Lo que si dejé de hacer fue ir a los eventos, más por un tema de salud, pues al tener las defensas tan bajas, mi sistema inmune estaba comprometido, pero deep insight, tampoco era que mataba porque me anduvieran tomando fotos así.

El segundo miedo que sentí, fue en mi casa. Me daba temor cómo mi esposo iba a sentirse con cada uno de los cambios. Hubo un momento en el que le compartí al doctor que todos los días me quejaba por algo. Y él me dijo: “la mejor compañía es la de tu esposo, el entiende perfectamente por lo que estás pasando. A diferencia de otros, al ser médico, no se sorprende, así que si necesitas de su apoyo no te sientas culpable”.

La realidad, es que a veces me podía poner algo fastidiosa, pero siempre el me decía lo hermosa que me veía, pues sus ojos ven más allá de lo que yo podía realizar… Hoy, que el cabello comenzó a crecer, me acaricia igual que a #lolalabulldog y me dice que no quiere que me deje crecer el cabello, ni que me lo tiña (ahorita no me queda más remedio), pero creo que iré tomando las decisiones en la medida que vaya pasando el tiempo.

El tercer miedo que sentí, es saber que en algún momento vamos a morir. Sí, porque a través de la vida andamos por allí pensando que somos invencibles, pero no es así.

Y ahora mi miedo más reciente, es quedar bien con ustedes. El cumplir con María Antonieta que tiene un rol más allá de lo que en su momento pude haber imaginado. Si Dios quería que fuera protagonista en algún momento de mi vida, bueno, Él decidió que fuera ¡AQUÍ, AHORA Y ASÍ! Por lo tanto, nuevamente, me toca pararme derecho, hacerlo con garbo, y de la mejor forma que sé hacerlo, ¡con ACTITUD, que es lo que sobra!

“Dios escribe derecho, sobre renglones torcidos”…