Esta semana toca la tercera sesión.

Estoy feliz, por una parte,  porque es la penúltima de este coctel que me aplican cada tres semanas; pero, por otro lado, siempre me invade el miedo de lo que voy a sentir.

La segunda fue más complicada que la primera. Tuve muchos síntomas y debí tomar varios medicamentos para contrarrestar los mareos y dolores de cabeza, y también sentí de forma permanente un sabor en la boca, como si estuviese nadando en el mar ¡con la boca abierta!, pura agua salada.

En la primera sesión, para el día 14, ya había comenzado a caérseme el cabello. Fue más rápido de lo que pensé.  Para el día 18, el cabello continuó cayéndose por todos lados, así que decidí llamar a mi peluquero y le dije: “sé que este fin de semana es complicado, por ser Año Nuevo, pero no puedo cocobolearme yo sola, y no quiero que El Hubby lo haga”. Él, raudo y veloz, estuvo en mi casa el 1 de enero.  Antes de que llegara me puse, por primera vez, una pañoleta y me fui para la Arrocha para ver cómo me veía la gente, y resulta que a nadie le importó. Normal.

Cuando llegó, lloramos un momento, El Hubby llegó y me agarró la mano y dijo: ‘vamos’. Irónicamente, cuando me pasaron la máquina y me vi en el espejo, eso fue todo para mí, dejé de llorar inmediatamente.  Me fui a donde mi hija que estaba toda enconchadita en su cuarto, y le dije: “mi amor, tranquila, que tu mamá va a inventarse todos los turbantes, pañoletas y gorros que existan y vamos a llevar este proceso, lo mejor que pueda”, y listo, ¡heme aquí!

Al día de hoy, ya estoy en baby phase por todossss lados, y aunque el doctor me dijo que en la segunda vuelta, posiblemente no se me caerían ni las cejas ni las pestañas, sí ha habido cambios.  Quizás lo que quiso decir fue: ‘no se te van a caer todas las cejas y te quedarás con tres pestañas’, y yo entendí otra cosa. Igual, ya sabrán que tengo absolutamente todo el equipo para contrarrestar: aceite de ricino para fortalecer cejas y pestañas, pestañas falsas, diferentes geles, lápices, polvos y brochas para definir las cejas, y antes de comenzar el tratamiento me hice ‘microblading’ para que por lo menos me quedaran dibujadas, así que para qué mortificarme.

Lo otro bueno es que después de la cuarta sesión las siguientes tienen otros síntomas que no me han querido adelantar, pero dicen que el cabello ya comenzará a crecer para ese momento. ¡Uf, qué alivio!

Lo que sí es que no he parado de comer.  Solo los dos primeros días me cuesta, pero después estoy pendiente de alimentarme para que no me dé una gastritis.   Ahorita absolutamente todos los olores me molestan, se me afinó la nariz y creo que le he estado metiendo mucho a los carbohidratos, pues ahora no se trata de lo que debo, sino de lo que me apetece, y me apetece ¡Cerelac! ¡Oh my…! ya saben qué me va a quedar en la nuca como siga comiendo eso. Así que hice la cita con la nutricionista oncóloga para que me vaya poniendo en sintonía, porque calva y gorda ¡qué va! ¡Así no se puede!