La razón de ser de esta columna obviamente es que hoy se celebra el Día de la Madre. Sinceramente, opino que a cualquier mujer que de forma voluntaria haya elegido la opción de ser madre HAY QUE FELICITARLA (hacerle una estatua).
Aunque muchas no lo crean, yo siento que estoy demasiado en contacto con mi “lado femenino”; eso me ha ayudado a entender un poco el sacrificio que es ser mujer y madre sobre todo: la sensibilidad femenina, el ser responsable de alimentar el cuerpo y el alma de una criatura, y estar consciente de que cualquier error que pueda cometer su hijo en el futuro podría en parte ser culpa de ella (si no me creen, pregúntenle a la mamá de cualquier político o asesino en serie).
Las historias de madres valientes son incontables, sobre todo con el ausentismo masculino siendo un problema tan común. Hay muchos casos de niños en que el tipo se desaparece, la madre asume el reto y saca a sus hijos adelante. Es increíble cómo en la cultura que vivimos hoy en día, aún muchas mujeres dejan atrás sus propios intereses, su vida profesional, por el amor que le tienen a sus hijos, aunque la vida casera les resulte aburrida.
Mi abuela quedó viuda a los 36 años, con dos hijos: una niña de seis y un niño de diez años, y ella batallando enfermedades crónicas. Tomó el mando de una pequeña fábrica que hasta el momento no sabía ni dónde estaba localizada (y súmenle a eso que en los años 50 no era bien visto por los obreros recibir órdenes de una mujer), con el ÚNICO objetivo de sacar adelante a sus niños. Unos años después, agobiada por su enfermedad, fue hospitalizada y los médicos le dieron 48 horas de vida. En ese momento, escuchó una discusión sobre la posibilidad de separar a sus hijos y darlos en adopción. Increíble como les pueda sonar, llamó al doctor y le dijo: “No me pienso morir”. 16 años después, luego de ver casados a ambos hijos, fue al hospital y falleció. ESA ES UNA MADRE.
Hay un dicho muy famoso que repiten las féminas, refiriéndose a la tolerancia al dolor: “El día que traigas un niño al mundo, hablamos”. No es solo el dolor del parto; ser madre es mucho más que eso. Dar a luz es solo el primero de MUCHOS dolores, y a la hora de traer más gente a este mundo, hay que estar claros del sacrificio personal y la gran responsabilidad que se adquiere. El niño debe ser tu prioridad en la vida, mínimo hasta los 18 años. Si no están claritos sobre este punto, hagan como los finlandeses y disfruten de su pareja.
Los hombres tenemos la gran suerte de haber nacido de una mujer, en muchos casos una gran mujer que fortalece tu autoestima, que te hace sentir especial, te defiende ante todos aunque no tengas la razón, te hace tu comida favorita hasta cuando te portas mal, y le salen lágrimas a la hora de castigarte, pero sabe que es por tu bien. Hay que agradecer a Dios cuando tenemos la gran suerte de disfrutar del amor más grande que existe, el amor de una madre.
Por supuesto que muchas gracias a la mía por haberme traído al mundo y por todos los años de sacrificio que han seguido a ese día.

