Todos los aspectos de nuestras vidas están invadidos por las redes sociales; cada vez más y para peor. Podrán decir que ese no es pensamiento de milenial y mucho menos de los aún más jóvenes, pero es una realidad que muchos sentimos y vivimos a diario.

El amor, como todas las otras relaciones humanas, no se ha podido salvar de esta vorágine comunicacional. Por algo las mal llamadas redes “sociales” -que parecieran ser más antisociales- se autodenominan así, o tal vez algún escritor mercadológico las nombró de esta manera. Pareciera que muchas personas viven sus vidas según lo que van a poner en las redes. Si no lo “posteas”, entonces es como si no lo hiciste. ¿Alguna vez escucharon algo más ridículo?

Pero bueno, centrándonos en el tema de Venus y Marte, las redes se han convertido en un obstáculo más para nuestra comunicación. Ni hablar del Whatsapp con sus ganchitos azules. ¿Quién fue el sádico a quien se le ocurrió esa idea?

Sí, puede ser mejor que estar sentada al lado del teléfono esperando a que el tipo te llame, pero ahora SABES que se conectó y NO te está escribiendo. Entonces empiezas a formularte todas estas teorías freudianas de por qué no lo hace: ¿Tendrá esposa, una familia oculta? ¿Solo quería pasarla bien? ¿No le di lo que quería y perdió interés? Pues que se vaya pal…

Claro que en la mayoría de los casos lo que ocurre es lo contrario. La chica cumpliendo con su rol femenino de hacerse la interesante y mantener el misterio. El tipo sin saber qué hacer para que ella le preste atención, tratando de no llegar al punto de no retorno: el del INTENSO. Y empieza la paranoia: 2:00 a.m. y está online, anda con otro, me está quemando, el mensaje le llegó pero no lo lee, no me contesta el cel, ¡¡nooo!!

Recordemos que el 60% de la comunicación interpersonal es no verbal: gestos y sonidos que nos ayudan a entender la intención de lo que se dice. Estos ganchitos, colores, emoticonos (mejor ni hablemos de los emoticonos) se han convertido en comunicación no verbal y dejan DEMASIADO a la interpretación. Son súper ambiguos, y lo peor de todo es que ni sabes cómo lo entendió la otra persona hasta que deduces que se molestó porque dejó de hablarte.

Volviendo al tema de los emoticonos, en mi experiencia personal las mujeres tienden más a usarlos, creo que con la intención de ahorrar teclas o de querer expresar de un guamazo todo lo que les da pereza escribir. Es como esa conversación que se responde solo con un “?” y que yo les replico con un “!”.

Por otro lado, y por alguna razón que aún no he descubierto, para la mayoría de las mujeres, el que le escriba un desconocido en las redes “sociales” es un pecado capital del peor looser del planeta. “Pero es que yo solo tengo mi Facebook para mis 4,500 amigos cercanos…”. Se replica una realidad de nuestro mundo real latino, donde el hombre propone y la mujer dispone, pero en las redes el grado de dificultad es mucho mayor. La chica ni siquiera lee perfil ni ve fotos. Piensa “no te conozco, ¡así que tas out!”.

Si las relaciones entre los sexos eran difíciles antes, estas nuevas tecnologías NO han contribuido a mejorarlas, pero, ¿quién dijo que lo fácil es divertido?