Semanas después me la encontré y me contó que su hija no había llevado ningún chance porque resulta que ganaba quien más libras de papel llevaba. Y lo que ellos recogieron de casa en casa no hacía peso. La mamá de la niña que triunfó llevó más de 10 mil libras de papel periódico. Ustedes se preguntarán ¿cómo se  recoge tal cantidad de periódicos de casa en casa? Bueno, no se recoge, se compra.  Los padres de la ganadora habían gastado más de mil dólares comprando periódicos sobrantes.

¿Cómo una idea tan bonita de enseñarles a los niños a reciclar termina en una competencia para ver qué papá tiene más gorda la cartera y más flaco el juicio? 

Eso no es nada. Supe de una escuelita primaria donde la reina, de kínder, fue escogida según quien llevó más centavos. La que perdió lo hizo porque no se esforzó bastante, apenas recogió 5 mil dólares en centavos. ¡5 mil dólares, señores!  No estamos hablando de enviar al niño a Canadá a que estudie inglés o de costearle a un adolescente interesado en las ciencias una excursión a Washington para que visite los asombrosos museos smithsonianos o de pagarle a una eminencia en matemáticas para que le dé tutoría. Estamos hablando de sacar 5 mil dólares que no se tienen para que a la nena de 5 años le pongan una coronita de plástico en la cabeza en medio de una bulla de gente gritando “¡trampa!”, porque eso nunca falta. Sería bueno saber quién se queda con ese dinero, en qué beneficia a la escuela. Los señores del Ministerio de Educación deberían pelar el ojo.  

Pero si ya es bastante malo que un papá esté dispuesto a hipotecar la casa para semejante zoquetada, peor es que el resto hayamos perdido nuestra capacidad de asombrarnos ante ello. 

Muchos colegios incentivan actividades durante todo el año para recoger plata para los graduandos: viernes de jeans, jueves de paleta, miércoles de camiseta. Y muchos acudientes se quedan callados porque no quieren parecer unos miserables que no pueden dar siquiera un dolita, ¡oye! a una actividad escolar. Una mamá me dijo, además, que lo hacía porque si todos iban con jeans y su hijo no, entonces se iba a sentir el raro del grupo.Rara es una comunidad que siembra en sus niños la idea de que lo importante no es reciclar ni divertirse en un reinado, sino ganar a como dé lugar; empeñamos a la abuela si es necesario (por no mencionar el triste espectáculo de los papás compitiendo como si fueran ellos los niños). Que lo importante no es el logro de graduarse, sino recoger bastante plata para fumigarla en un día con un rumbón.      Si enseñamos que lo único importante es el dinero y lo que con él se puede comprar, no hay derecho a quejarse si mañana esos jóvenes están dispuestos a hacer cualquier cosa por la plata. Han aprendido que no importa ser, sino parecer.