Por estos días no puedo abrir YouTube sin que me aparezcan videos titulados: la verdadera villana, la que destruyó todo, la que lo enamoró teniendo seis hijos, ella es horrible. Y con ella se refieren a Florinda Meza, la actriz, productora y creadora mexicana que interpretó a doña Florinda, la Chimoltrufia, la Popis y otros personajes memorables del universo que creó Roberto Gómez Bolaños, quien fue su pareja por 37 años.
Yo también crecí viendo El Chavo del 8 y Chespirito. Nos sentábamos frente a nuestra tele blanco y negro de doce pulgadas a ver qué pasaba en la vecindad: Quico, el Chavito y la Chilindrina jugando; don Ramón siempre en fuga para no pagar los 15 meses de renta al señor Barriga, y el señor Barriga intentando salvarse de un pelotazo de El Chavo. El señor Barriga ni cobraba, se salvaba del golpe.
La vecindad era un lío, pero chicos y grandes queríamos vivir en un lugar así: donde al final los vecinos se ayudaban, celebraban juntos la Navidad o hasta se iban de viaje a Acapulco, como invitados del sr. Barriga.
El Chavo fue un programa disruptivo, cuando esa palabra ni se usaba: En su elenco adultos interpretaban, con éxito, a niños: su creador, ya entrando a los cuarenta, se ponía las botas viejas, se ensuciaba la cara y se escondía en un barril. Fue tan exitoso que hizo giras y llegó a ser conocido hasta en Japón. Todo ese universo que construyó Roberto Gómez Bolaños es hoy símbolo de México. Conocí México primero por eso: las tortas de jamón, el ándale, los pesos, Chapultepec, el Necaxa.
Ahora, HBO transmite la serie Sin querer queriendo, que intenta contar parte de la historia detrás del genio creativo Chespirito. No solo muestra el éxito, sino los roces y las traiciones. Y por supuesto, habla de su matrimonio con Graciela, sus seis hijos y —aunque aún no he llegado a esa parte— cómo Roberto y Florinda Meza se convirtieron en pareja, aun cuando él estaba casado.
Florinda Meza se negó a participar en esta serie. Así que allí aparece disfrazada con otro nombre: Margarita. Pero todos sabemos quién es. La muestran como una mujer admiradora y enamorada de Roberto, aunque estaba comprometida con Enrique Segoviano, uno de los cerebros tras la producción de El Chavo.
A doña Florinda se le acusa desde hace años de todo lo malo que pasó con el programa: de haber dividido al elenco, de manipular a Roberto, de ‘quitarle’ el marido a otra mujer, de ser avariciosa con los derechos del programa, de querer todo para ella. De haber destruido un hogar de seis hijos.
Y me pregunto: ¿no es demasiado peso poner todo esto solo sobre una mujer? ¿De verdad nadie más tomó decisiones? ¿Por qué cuando algo se rompe se hace fácil culpar a una sola, como si los hombres no tuvieran agencia ni responsabilidad?
Detrás de esta figura hay un arquetipo que la cultura popular adora: la Yoko Ono de cada historia. La mujer que llega, divide, rompe la hermandad masculina, ‘contamina’ la obra del genio. Yoko Ono con los Beatles, Helena de Troya con los griegos, Eva con la manzana. La mujer como amenaza a la creación, la amistad y el orden.
No digo que Florinda fuera perfecta. ¿Quién lo es? Ella también habrá cometido errores, como todos los involucrados. Pero reducirla solo a la ‘culpable’ invisibiliza su aporte: uno de los mejores personajes de todo ese universo fue la Chimoltrufia. Qué gran actriz hay que ser para encarnar a esa mujer de barrio, a la vez cómica y tierna, que se burlaba de sí misma. Sin Florinda, ese mundo no habría sido igual.
Me inquieta que hoy, medio siglo después, sigamos necesitando una villana para simplificar la historia. Me da cosa ver cómo se ensañan con ella por ser inteligente, por haber sabido negociar poder y espacio en una industria tan machista como la televisión mexicana de entonces.
Si algo revela esta tendencia de TikTok y YouTube es que el arquetipo sigue vivo. Y que los algoritmos se dan cuenta de que gusta mucho esas historias de conspiraciones. Mejor es una historia con la mujer mala que todo lo daña, que pensar en todos los elementos que había: contratos, los egos, un éxito para todos demasiado difícil de manejar. Es más fácil un meme que una mirada justa.
Florinda Meza no fue solo una mujer que ‘dividió’. Fue actriz, guionista, productora. Fue parte esencial de ese universo que marcó la infancia de millones. Tal vez no fue ‘sin querer queriendo’. Tal vez fue queriendo, queriendo, que reclamó el lugar que sabía que merecía. Y eso, para muchos, sigue siendo imperdonable.
* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.
* Suscríbete aquí al newsletter de tu revista Ellas y recíbelo todos los viernes.