Acompáñenme. Estoy en el sótano con el rey Momo. Vinimos a buscar el confeti, la pistola de agua y la corona. Traje goma loca por si se le cayó un pedazo.

¡Uf! ¿Esto qué es? Tengo otra telaraña en la cabeza. Déjenme sacudirme. En este lugar donde solo brilla el sol una vez al año se arruma todo lo que tiene que ver con el Carnaval panameño. ¡Cof, cof! Perdón, pero hay mucho polvo.

Es que así como se guardan los objetos de Navidad también se guardan los del Carnaval. Hay que desempolvar varios enseres que serán muy necesarios en los próximos cuatros días.

Allí está el viejo sombrero de paja espelucado. Por allá veo el suéter que dice “Atrápame gorila”. Ya tiene hasta huequitos. Y no podía faltar la horrible camisa amarilla de palmeras rosadas.

Un momento. A ti también te reconozco: eres la ingrata vasija de helado que los chiquillos usan para mojar a la gente en el barrio.

¿Qué es eso? ¿No son las cajas de mirón, mirón ¿dónde viene tanta gente? Y de esa lata medio oxidada me parece que sale aquello de Hueso namá tienen ustedes, hueso namá.  ¡Cof, cof! A lo otro que hay que pasarle un trapo es a Pescao. Lo increíble es que nada más se airean un poquito y ya quedan como nuevos, listos para otro Carnaval.  

Hay palabras que el resto del año son de reparto secundario y por estos días se convierten en protagonistas: culecos, mojadera, murgas, comparsas, tonadas y tuna, la que no se come.  Igual pasa con jolgorio, carnestoléndico, baco, soberana, su majestad, donaire, lujo y esplendor, esta última en una sola frase. Bueno, algunas palabrejas tienen más moho que otras porque se usan menos.

Nadie mira al confeti y al añil el resto del año. Ha llegado su hora.  Y aunque se les diga que no, los chiquillos de los barrios comienzan la mojadera. Saben que es su oportunidad de oro.

Los periodistas también desempolvan historias. Una de ellas es la del Idaan recomendando que por favor no desperdicien el agua; la otra es sobre lo concurridas que están las casas de empeño y cómo la gente no deja en prenda al perro porque no puede. No falta la historia del operativo de tránsito y el operativo de Sinaproc en las playas.  Jamás puede faltar la nota sobre lo llena que está la terminal de transporte desde el jueves antes de Carnaval, y por supuesto que el Miércoles de Ceniza, cuando todo termina,  las cámaras vuelven a la terminal de transporte donde apuntan a los pasajeros que llegan exprimidos y chamuscados. A esta nota le llaman limpios, pero contentos. 

Pero sigamos acá desempolvando cosas. ¿Dónde quedó el ataúd de la sardina? Tampoco podemos irnos sin encontrar el long play con las canciones de Pedrito Altamiranda.

¿Domitila? Pero tú qué haces allí en el suelo. Tienes el pelo hecho que parece un trapeador. Bueno, párate y péinate porque empieza la gozadera.