[vc_row][vc_column][vc_single_image image=”47319″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]Las mejores reuniones son las que casi no se planean. De esa manera, el sábado  quedé en verme con unos amigos la siguiente mañana. Aunque alguien sugirió usar primero la ciclovía, la votación fue unánime: vamos a comer desayuno chino.

¿A dónde? nos preguntamos, aunque sabíamos a cuál queríamos ir. El más popular de todos. Quedamos en Lung Fung. Ya en la puerta se notaba un tumulto. Eso lo sabían los tres chanceros de  lotería que estaban apostados en la puerta. Pensé que ese sería un buen lugar para regalar muestras de un nuevo producto de tanta gente que había.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]No dudé en decir: “vámonos de aquí”. Las filas me dan picazón, pero mi amigo me calmó: “Mira, que la cola avanza rápido”. Sentí que asistía a un concierto de Justin Bieber o a un partido de la selección nacional de fútbol. Pero no, todos estábamos allí por el ham pao, el siu mai y los wantones. Los rock stars de la comida china.

En estos tiempos en que todo el mundo habla de crisis, pensé que los dueños de este negocio debían sentirse muy orgullosos de su éxito. Solo se me ocurría un lugar que seguro estaría igual de lleno a esa hora en domingo: El Trapiche de vía Argentina, con sus hojaldres y carimañolas.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Nos encontramos, por supuesto, con un montón de conocidos. Algunos de ascendencia china y otros que no. Dicen que para saber si un restaurante como este es bueno hay que fijarse que gente de origen chino coma allí. Requisito cumplido.

La fila avanzó y nos dieron nuestra mesa. Casi enseguida llegó el té, que no puede faltar en este ritual. Y empezaron a pasar los carritos donde se pide la comida. Quedé más que satisfecha. Comí lo de siempre y lo más tradicional; perdonen, pero para estas cosas suelo ser muy aburrida.

Lo que no es aburrido es el parloteo que se escucha durante la comida. Todo el mundo habla. Feliz.

Para el panameño capitalino el desayuno chino es casi una tradición. Un tico me dijo una vez: “en Panamá se come buena comida china”, y yo me sentí orgullosa.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]