A ver, a ver, ¿cómo podríamos reconocer a un panameño en cualquier lugar del mundo?

Si llega tarde, si dice ¡Ayala vida!, si cae una lata y queda bailando, si espera hasta el 7 de diciembre para comprar el regalo del Día de la Madre. Si cuando viaja todo le parece caro, ¿cómo no?, ¡si en Panamá eso está más barato! Mmm… es, podría ser, panameño.

También lo podríamos reconocer porque pide soda, no gaseosa, ni refresco ¡y bien fría! Aunque también bebe agua de la pluma. Si revuelve el trago con el dedito ¡ese, ese es panameño!

Si ha padecido goma, mococoa, moridera y aunque sea una vez ha quedado en pena o con pena ajena es panameño. También, si a pesar de ser místico para comer ha sentido llenura.

Si se sorprende con un: ¡Ayala peste!, ¡ayala máquina!, ¡ajo!, ¡chuzo!, ¡chuleta!, ¡bestia!, ¡dianche! ¡nombe, no!, ¡meto! 

Si no le echan cuento y sabe lo que que es pavearse, fugarse, colarse, pelarse, transarse y echarse. Si tiene pasieros, frenes, mopris, hinchi pinchis y gavilla, panameño ciento por ciento es.

Si entiende qué es un guachimán, un churuquero, un chichero, un paletero, un chapistero y un mecánico de palo de mango. Si diferencia al fulo del culiso. 

El que es panameño tendría clarito qué es un cartucho, un tinaco, un celular, un mofle, una clipsadora, el folder, una chancleta, una cacharpa y un cuara.

Alguna vez ha sido invitado a un acto cultural, a una tarde criolla, a una matanza, a un sarao, a un culeco y, si tiene más años, a un naitafun.

No pone cara de extrañeza si le preguntan dónde queda la refresquería, la fonda, el minisúper, el lavamático, la parrillada, el bohío turístico o el jardín interiorano.

Un panameño descalificaría diciendo: payaso, agua de masa, no estás en nada, no vengas con cuentos, eres puro tilín tilín y nada de paleta.

Y halagaría con un: ¡la estás botando!, ¡vaya, pelao!; ¡estoy creyendo en ti!

Probablemente alguna vez ha estado limpio. Quizás mostraría un poquitín de envidia con: ¡tas viviendo!; ¡estás hecho!; ya no crees en nadie; no te acuerdas de los pobres; ¿no saludas?

Pero la prueba final es que por muy payaso, rambulero, farto y farolero que fuera, si es panameño sentiría cabanga al no estar un noviembre en su Panamá.