Aquí estoy renovando mi hoja de vida. Tengo que estar preparada por si me llama una prestigiosa  empresa multinacional de comunicaciones que requiera de mis servicios. Además, ustedes saben que el día de mañana no es prometido para nadie.

Este currículum mío da pena. Si no estuviera guardado en la computadora, ya estaría amarillo y cubierto de telarañas. Miren esto: el último seminario que tengo apuntado es de 2007.  Ni siquiera tengo anotado lo de mi exitoso libro. No puede ser.

Voy a hacerlo de cero para anotar información que de verdad importa. En estudios, pondré que soy graduada de la universidad de la vida. En experiencia laboral, que he trabajado para la gente y por la gente. Y en idiomas, que habló el lenguaje del pueblo. Casi se me olvida, tengo la habilidad de ser la periodista que resuelve. De pasatiempo, puedo contar que no me canso de estrechar manos y dar besos a abuelitos y bebés como estén y donde estén.

Pero creo que lo que me puede asegurar la entrevista de trabajo es poner como dato personal principal mi apodo: Roxy. No, mejor Roxy tu amiga.

Sé que ya no se estila, pero voy a agregar una foto. Sí, una foto mía con un perro, ¿dónde consigo uno?

Veo un poco de escepticismo en sus caras. ¿Acaso dudan de que las mismas técnicas que han utilizado los políticos para venderse por años, y nosotros les hemos comprado, no me van a servir para buscar un alto cargo en una empresa seria y responsable?

Se me olvidaba. Dos días después de que envíe mi currículum, debo mandar un sobre bien gordo con chismes, rumores y cuasi verdades que descalifiquen a los otros periodistas que están aspirando al mismo puesto. No se preocupen, no soy tonta, me voy asegurar de que no se enteren de que lo envié yo.

Lo sé. Es un chiste pensar que cualquiera de nosotros contrataría a una persona por solamente como se ve su sonrisa en una pancarta, o porque nos jura que es nuestro amigo; por favor, si ni nos conoce. Tampoco pondríamos nuestros carros, nuestros dientes o nuestros hijos en sus manos. Antes quisiéramos saber si de verdad es mecánico, dónde está su título de odontólogo o de pediatra. 

Los políticos tienen que cambiar su forma de promoverse, pero primero tenemos que cambiar nosotros los electores que agarramos los cinco dólares, la hoja de cinc, la beca y miramos para otro lado, permitiendo que los malos políticos puedan hacer lo que les dé la gana. Además, ellos piensan que pueden si ya nos tiraron unas migajas.

Y no quiero oír nada de eso de que yo no voy a votar porque ninguno sirve. Muy mal dicho. Nuestra tarea es investigar y escoger al que consideremos mejor. Cuando digo investigar, no me refiero a ver quién va adelante en las encuestas.

Si alguien decide contratar a cualquiera para que arregle su carro o para que le levante un muro, pues solo se perjudica él y su carro o su muro, pero cuando elegimos a cualquiera para que maneje la cosa pública estamos fregando al país, y eso es peor que ser un mal político. ¿No les da pena?